El
licenciado en Geología y Coordinador del departamento de Ciencias Ambientales
de la UNDAV ,
Fernando Pereyra, detalló el proyecto de la Universidad para
mejorar las políticas públicas sobre el medio ambiente y aclaró el fenómeno del cambio climático mundial. A su
vez, criticó la comunicación de la problemática en el área ecológica
Por
María Montserrat Clemente
Dentro del partido de Avellaneda
existe un área de reserva ecológica que logró separarse del proceso de
urbanización masiva que caracterizó a la región metropolitana. Este espacio de
aproximadamente 400
hectáreas , se extiende con el Canal Santo domingo como
eje central, entre el Río de la
Plata y el acceso sudeste, y entre el Canal de Sarandí y el
límite con la Ciudad
de Quilmes; posee los mejores paisajes y la mayor variedad biológica del
partido.
El proyecto de investigación denominado
“Desarrollo de indicadores ambientales a
partir de la determinación de las condiciones socio-naturales del sector
costero del partido de Avellaneda”, comenzó hace más de un año y cuenta con
un equipo integrado por estudiantes y docentes de Ciencias Ambientales de la UNDAV y de la UBA , co-dirigido por el
licenciado en Geología, Fernando Pereyra.
El objetivo planteado radicó en crear
indicadores ambientales dentro de ese sector, a través de factores sencillos de
medir que indiquen el estado actual del ambiente y al hacerlo periódicamente,
poder evaluar su evolución, de forma positiva o negativa.
“El problema de estos indicadores es
que deben ser fáciles de medir, representativos, sensibles, y que muestren
variaciones. Tienen que ver con la calidad del agua, de los suelos, y con
aspectos sociales, como por ejemplo, la salud y enfermedades relacionadas con
el medio ambiente. La idea es combinar una serie de factores distintos entre
sí. Es una experiencia original.” comentó Pereyra, quien también es docente de
las materias “Fundamentos de Geología y Geomorfología” y “Edafología” en la UNDAV.
El experto a su vez agregó que “hasta
ahora avanzamos en la caracterización del ambiente, la primera parte, que es lo
previsto en el proyecto. En el segundo año, vamos a plantear indicadores,
algunos los sabemos y otros debemos probarlos. El objetivo es determinar veinte
indicadores, medirlos y garantizar que en el futuro los organismos los puedan
seguir midiendo, tanto el municipio como la Provincia , y así, crear
valores de referencia para comparar la evolución de los aspectos ambientales en
el tiempo, para bien o para mal. En la parte social estamos más demorados pero
eso no es problema porque es lo que más abunda”.
“En 50 años
una persona contamina lo que Shell en un día”
El cientista recordó que desde hace un
siglo Avellaneda cuenta con metalúrgicas y curtiembres que provocan daños a los
procesos naturales. Explicó que cuando uno tiene que planificar una política
ambiental o de desarrollo, “lamentablemente los espacios gubernamentales
priorizan la viabilidad económica y técnica y no el aspecto ambiental”, y
agregó luego: “Sobre todo en un lugar tan degradado dentro del área
metropolitana bonaerense como lo es Avellaneda, que tiene destilería, polo
petroquímico, puerto, el CEAMSE, una zona urbana con demasiado tránsito, otra
zona fabril antigua y abandonada en el tramo inferior de la cuenca
Matanza-Riachuelo donde se juntó toda la contaminación”.
A su vez, se centró en la cuestión
climática: “En realidad existe más prensa y grados de responsabilidad. Decir
que todo el mundo es responsable del medio ambiente es una falacia. No es lo
mismo el dueño de una curtiembre que una persona que tira una botella de
plástico al riachuelo. Yo no tiro jamás un papel al piso y mis hijos tampoco
pero soy consciente de que plantear eso es ridículo. En comparación con el polo
petroquímico o la Shell ,
tenemos que tirar botellas de plástico durante 50 años para compensar lo que
ellos hacen en un día. Si la
Shell hizo eso durante tanto tiempo, preguntémonos quien
tiene que pagar el costo de la remediación” reflexionó Pereyra.
Pereyra, quien trabaja hace 20 años en
el Servicio Geológico Nacional, continuó con la línea de crítica al
desequilibrio en las sanciones. ”Cuando ocurrió el fallo de la Corte Suprema , que creó la ACUMAR (Autoridad de Cuenca
Matanza-Riachuelo), todo el costo de la remediación se puso en el Estado,
cuando la Corte
tendría que haber determinado las responsabilidades y no repartirlas entre
todos. ¿Por qué un tucumano tiene que pagar la limpieza del Riachuelo? Capaz
que el tucumano prefiere limpiar Yerbabuena, que es un barrio que está bastante
contaminado. Por eso el poder judicial es muy tibio con las empresas por los
intereses económicos que se encuentran en juego”.
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