Pasó
a dejar “Rutalterna” con su estilo Grunge (influencias de Nirvana), al Punk
Rock de su banda “Evans” dominada por
sonidos de The Offspring. El joven músico de Lanús Este
logró crear lo que hoy muchos llaman “Bruno Urbani”. Entre melodías, canciones
y notas fue construyendo su sueño
Por
Macarena Pereyra
“¿Puedo poner música mientras grabamos?”,
pregunta el joven, quién emprendió un camino de ida hacia su carrera artística.
Con tan sólo catorce años empezó por primera vez a tomarle el gusto a las
cuerdas y hacer temblar el víbrato de su voz. “El día que me interesé realmente por la música, y vi a la guitarra como
un objeto de interés fue cuando escuche a los catorce años el Unplugged in New York de Nirvana. Ahí
empecé a escribir mis primeras canciones”, expresó el músico.
Su nacimiento
como integrante de una banda musical fue con Rutalterna: “hacíamos Grunge referenciados en Nirvana.
Y el pensamiento y la estética eran así, todo roto, no me importa nada, y
la realidad era que cuando yo llegaba a casa de ensayar mi mamá me servía
el plato de comida” relató
entre risas.
Comenzó
con el sonido de Seattle, inspirado en Nirvana, hasta llegar al
Punk Rock con la banda que conformo llamada “Evans”, a ser Bruno Urbani. “Yo tenía escritas
mis canciones con la guitarra y mi voz y me sentía bastante cómodo,
entonces una vez que se desarmó esta banda empecé a tocar solo. Hubo un antes y
un después, porque hay que empezar a tocar desde lo más primitivo, tener un
acorde, una melodía, que tenga sentido con la letra, que no te aburra”, explicó
el entrevistado.
Guiado
por grandes “ídolos” de la música -como Spinetta– el joven con veintidós años se dio cuenta de un
hecho que lo marcó y lo ayudó a formar esa personalidad resistente frente a los
golpes de la vida. “El año pasado mi
padre se enfermó muy grave y tuve que dejar mis cosas para ir a cuidarlo,
abandonar la música que venía cuidando mucho, mi trabajo, mis ensayos, mis
shows. No me arrepiento, fue la situación más fuerte que viví, ver si mi
papá pasaba la noche o no”, contó Bruno.
En
ese momento la música volvió a tocar su puerta: “Cuando él estaba internado en
terapia intensiva yo iba y le cantaba canciones que compartimos y otras que
eran mías para pasarle energía, y darle lo más puro, darle música. Cuando
volví de su recuperación a mi casa, fue que compuse Take my songs,
la letra decía:
Toma mis canciones, son mi alma
Toma mis canciones, son tuyas
Toma mis canciones, soy tuyo
Y ahí te das cuenta que
la música en realidad nunca deja de estar” dijo
el joven.
Así
como la música se transformó en una necesidad para el veinteañero, él fue una
necesidad para su música. “Tuve
que dejar de ser niño, abandonar a ese Kurt Cobain del que hablaba a los
catorce años, creía que por tener dos temas pegadizos podía llegar a llenar
estadios, hasta que me di cuenta que no, la música también es esforzarse. Hay
algunas canciones que aparecen apenas te levantás de la cama y hay otras que
tenés que sentarte y cranear y sincerarte con vos mismo, meterte adentro
tuyo y sacarlo” expresó el entrevistado.
En
el 2013 después de venir planificando su proyecto junto a Leandro Cáceres
(manager) grabó su primer disco como músico solista en Estudio
Teodoro. Un álbum que cuenta con canciones como Buen Viaje, No Necesito, Cosas
únicas, Otoño y Plegaria para un niño dormido, que rozan los aires
de Bossa Nova, Reggae y Baladas.
“Creo que
una canción nunca está terminada, las canciones siempre están abiertas, las que
cantaba a los catorce años no las siento igual que ahora, son momentos. Entonces
esto de seguir avanzando, seguir dando un paso más, es abandonarme”, finalizó el artista.
Plegaria para un Niño Dormido - Urbani
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