Luis
Estévez, oriundo de Quilmes, trabajó en Peugeot durante la dictadura
cívico-militar del 76´, contó cómo fue su alejamiento de la fábrica por
amenazas y persecución de los militares por su militancia
"Recibía amenazas de muerte y me daba miedo, porque desaparecía mucha gente de verdad"
Por Javier Villagrán
Una tarde fría en la ciudad de Quilmes, el
sol desaparece al oeste, y un café con masas es lo que ofreció a su visita. El encuentro
fue en el bar Micol, en la avenida Andrés Baranda. Allí estaba Luis Estévez, 71
años, jubilado, casado, con 2 hijos. Hoy trabaja en el mercado ubicado en
Pellegrini y Avenida La Plata,
también como hobbie tiene su programa radial en “radio Quilmes”.
Estévez explicó su paso por una de las
importantes fábricas del distrito, Peugeot. En 1976, esta contaba con una
planta permanente de alrededor de 5000 obreros. Era un importante polo
industrial al que acudían trabajadores procedentes de las localidades que unía
el Ferrocarril General Roca: Quilmes, Don Bosco, La Plata, Lanús, Lomas de
Zamora, etc.
A partir del Golpe de Estado de ese año,
varios operarios fueron marcados y debieron irse de la fábrica; los que
decidieron quedarse, en cambio, fueron detenidos y desaparecidos, o sufrieron
persecuciones que los obligaron no sólo a irse de ahí, sino también a alejarse
de la zona, ya que sus casas fueron allanadas por grupos de tareas. Él fue una
de las personas afectada en ese momento y debió abandonar su trabajo por
persecuciones y amenazas.
La dictadura cívico militar se autodenominó Proceso de Reorganización
Nacional y llevó adelante una política de terror. Durante la misma, la
desaparición de personas fue una de las formas predominante a través de la cual
se ejerció la represión política. Alrededor de 30.000 personas de todas las
edades y condiciones sociales fueron sometidas a la privación de su libertad, a
la tortura, a la vejación y muerte.
¿Por
qué fuiste perseguido por la dictadura?
Todos los martes teníamos reunión de
delegados, y los jueves reunión con el sector de la empresa. En una de ellas
tuve la valentía de pararme ahí y decirles: “muchachos los milicos no van a
gobernar para nosotros, ya saben para quienes van a gobernar, para nosotros
nunca, somos el descarte de ellos”. A los dos días fui el primer trabajador
suspendido por 15 días, por “extremista industrial”.
Ese día fui a trabajar como cualquier día
normal y no me dejaban pasar. Los milicos me sacaron para la calle y me
empujaron. Cuando llegué a casa me llegó el telegrama de suspensión. Y después
de volver tuve que abandonar por mi bien y el de mi familia. Recibía
amenazas de muerte y me daba miedo, porque desaparecía gente de verdad.
¿Recordás
cuáles fueron algunas de las amenazas que recibiste?
Cuando volví a trabajar después de los 15
días de suspensión, había otro ambiente que daba miedo. Recibía muchas amenazas
por teléfono, paseaban autos desconocidos por casa y en la fábrica había gente
extraña que no conocía, vestían camperas de cuero negras que se acercaban y te
amenazaban para dejes el trabajo o te iba a pasar algo, te metían miedo y no
sabías ni quienes eran, te amenazaban psicológicamente.
Decidí irme cuando se me había acercado un
tipo que me dio temor porque me dijo; “no solo por usted, sino por todo su
entorno, mire que hay mucha gente que termina tirada en un zanjón”. En ese
momento pensé en mi familia y mis dos hijos, porque era verdad que desaparecía
gente y terminaba tirada en un zanjón, tuve muchos amigos a los que mataron y
desaparecieron. Era una persecución de todos, nos imponían el terror, en las
calles te ponían contra los colectivos, te revisaban todo, fue la peor época
que viví.
Después de sufrir esta violencia por parte
del estado, Luis no pudo encontrar trabajo durante varios años, fueron tiempos
difíciles para él y su familia. Contó que en los 90, en la época de Menem,
vivió muy mal, tuvo que hacer cualquier cosa para su subsistir, una de ellas
fue juntar bidones en las estaciones de servicios que reciclaban en una fábrica
de plásticos, pero a pesar de esto la peor época que vivió fue la de la
dictadura militar.
Hoy trabaja en el mercado de abasto de
Quilmes, por la madrugada. Y tiene un programa radial en una radio de la zona,
dedicada solamente a pasar música para sus oyentes.
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