Cada
club de barrio tiene un ídolo o emblema que lo identifica. En el caso del
Deportivo Piraña, el destacado ex arquero de Independiente, Pepé Santoro,
recordó a quien fue el primer argentino en conseguir el Botín de Oro europeo en
el año 1974, cuando defendió los colores del Sporting de Lisboa de Portugal
Chirola Yazalde surgió en Piraña y llegó a la elite del fútbol mundial
Por Luciano Avalle
Miguel Ángel Santoro, multicampeón con
Independiente en las décadas de los 60’
y 70’, recuerda con enorme gratitud a uno de los
pocos amigos que le dio el fútbol; entre ellos, Héctor Yazalde y manifiestó: “Era una gran
persona, con muy buenos sentimientos y una admirable personalidad.
Lógicamente nos llevábamos bien y teníamos gustos que eran muy parecidos.
Tuvimos suerte de estar cerca en Europa y frecuentábamos en los lugares donde
jugábamos. Se hizo una amistad, yo lo quería mucho y sentí demasiado en el
momento que falleció”.
Cuando Pepé lo describe técnicamente al Chirola, no se
guarda nada : “Era un delantero muy picante, con muy buena visión de gol,
ubicación y arrancaba de tres cuarto para delante”. Cuando se le hace mención de la bota de oro que consiguió Yazalde jugando
para el Sporting de Lisboa en el 73, evoca: “Cuando me enteré me sentí muy
orgulloso por ser amigo de él y también lógicamente porque era argentino”.
Entre tantas cosas, Santoro recuerda un momento inolvidable, la tarde que salieron
campeones del Metropolitano del 70 en cancha de Racing, con un golazo del
Chirola y asegura: “La verdad que tuve la oportunidad de dar muchas vueltas
olímpicas, pero esa fue muy especial porque teníamos que hacer tres goles en el
Cilindro. Y el gol final, que íbamos 2 a 2 que lo hizo el Chirola fue una pelota
que arrancó de mitad de cancha y de 25 a 30 metros la pateo y la clavó en un ángulo.
Tuvimos que ir a un partido de desempate donde teníamos que hacer tres goles en
el de visitante. Era un cosa que era bastante difícil y haber podido lograrlo...lógicamente explotamos
con alegría y de emoción”.
Chirola nació
el 29 de mayo de 1946, en Villa Fiorito. Y allí comenzó su vicio por el
fútbol. Se probó en los Andes y Racing,
pero ambos lo descartaron. Entonces, tuvo que ganarse alguna Chirola (de ahí su apodo) para
llevar a cabo su vida y parar la olla. Pero,
cuando cumplió apenas 18 años Piraña se fijó en él y lo contrató. Tres
años a puro gol, Carlos Randizzi lo
llevó a Independiente
tras verlo jugar en un torneo nocturno,
pagaron por él alrededor de
1.800.000 pesos. Más adelante desembarcaría en Europa, tanto en Portugal como en Francia,
donde marcó un hito.
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