La
idea de comunicación global que había concebido décadas atrás el filósofo
canadiense Marshall McLuhan, materializada en parte con el desarrollo de
Internet, adquiere en la actualidad una nueva faceta a partir del denominado nomadismo
tecnológico que promueven las eficaces prestaciones de teléfonos móviles y
tabletas
Por
Héctor Oscar Lontrato
La gestación de una nueva cultura digital impulsada por los dispositivos
tecnológicos móviles produce, según el especialista Roberto Igarza, un
“nomadismo tecnologizado” y una “reconfiguración ciudadana” sobre la base de un
modelo de consumo comunicacional que plantea como riesgo que el usuario sea
cada más dependiente de la conectividad
y sus costos.
Bajo la mirada de McLuhan, la aldea global contemplaba la horizontalidad
y la accesibilidad, pero jamás imaginó la comunicación en tiempo real y la
creación de una subcultura en torno de aparatos electrónicos transportables
como se vive hoy en día.
Para pensar la actualidad, Igarza describe que “todos
los componentes de los sistemas urbanos operan en tiempo real, se produce un
salto cualitativo en el aprovechamiento del tiempo y del espacio, y
consecuentemente, una mejora en el rendimiento y un incremento exponencial de
la productividad”.
El experto señala que esa subcultura está conformada por la Generación “C”, una comunidad de
adolescentes y jóvenes adultos que rechaza los contenidos simbólicos de
generaciones anteriores y que contiene una “serie de significados como
conectividad constante, colaboración, cocreatividad y curiosidad”.
Lejos de permanecer sentados en escritorios en sus trabajos o en sus
domicilios, los nómades digitales se conectan las 24 horas desde bares,
espectáculos públicos, peluquerías y hasta baños. Para Igarza constituyen aún
“una nueva civilización bárbara en
búsqueda de estatuto” que se expone de manera desprejuiciada a las
fuerzas del mercado.
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