Entre el fútbol, el
patín e integrantes de la Tercera Edad, contiene a cientos de vecinos que cotidianamente asisten a sus
instalaciones. Relacionada a la fábrica SIAM, compartimos un reseña de una institución popular que resiste con los años.
El Estadio, abrazado al Riachuelo
Por Maximiliano Santini
Nunca brilló por sus
logros deportivos, pero en el límite entre Valentín Alsina y Piñeyro es amo y
señor. Conocido por su particular estadio -a la vera de La Ribera- más que por
su fútbol, el club Victoriano Arenas cumple a su vez una destacada función
social, y representa uno de los mayores medios de inclusión que posee la región.
En la zona sur del
conurbano bonaerense, enclavado en las narices del propio Riachuelo, se fundó
el 2 de enero de 1928 un club de barrio más. Seguramente los jóvenes que le
dieron vida al Club Atlético Victoriano Arenas (nombre tomado de una
inmobiliaria local) idearon un proyecto de grandeza y prosperidad para la
naciente institución. Sin embargo, y pese a no lograr los bríos de grandeza
anhelados, la existencia de este pequeño equipo de la Primera D resulta vital
para un sector desolado y golpeado por las crisis. Tiene una injerencia social
que se mantiene pese al paso de los años. La postal que ofrece la cancha del
CAVA, por su singular ubicación, es sin dudas el rasgo más distintivo del club.
La afiliación a AFA
llegó muy lejos en el tiempo, recién en 1963. Una constante en varios clubes
del ascenso, que ven postergada su regulación ante la casa del fútbol criollo.
¿Campeonatos? Sí, algunos: 1991, con ascenso incluido como campeón, y en 1995 y
1999, aunque estos dos últimos no le valieron la promoción directa por el
sistema que implementaba AFA en ese momento, ya que los campeones del año
calendario debían enfrentarse entre sí para dirimir un ganador y
lamentablemente para el CAVA no pudo ser en ambas ocasiones. Luego de disfrutar
de su última estancia en la Primera C en la temporada 1992/93, se plantó en el
peldaño más bajo del fútbol argentino, privado de dar el salto por esos sistemas
raros que priman. Quizá la dureza de los años, con este puñado de alegrías,
forjó un club de barrio que nunca se dio por vencido.
La fisonomía circundante de la calle Coronel Molinedo no cambió con los años: pastos altos y
desolación por doquier. Es que estos terrenos, ubicados en uno de los tantos
recovecos que generó el agua –en su paso al Río Matanza-, resultan de difícil
acceso por su estrechez. En la superficie se formó un cuello de botella, que
une a los dos elementos importantes de Victoriano Arenas: la sede social y el
estadio.
Se trata de la isla
de CAVA, así denominada popularmente. Más bien se asemeja a una península,
aunque tampoco se configura como una. Es un meandro del río, una curva pronunciada de un cauce que se
sostiene en un recorrido transversal, a excepción de la Vuelta de Rocha.
En ese sitio, cartográficamente ubicado en la ciudad de
Piñeyro, se encuentra el templo deportivo del club, el estadio Saturnino Moure,
en un terreno comprado finalmente en 1947 y que se volvió punto de reunión
obligado para los hinchas, orgullosos ellos de su Valentín Alsina natal pero
que para visitar su cancha deben atravesar Avellaneda. Todo por esos raros caprichos
de los márgenes limítrofes entre partidos.
Cristina Fernández en la inauguración de la fábrica Siam
La Siam y el esplendor
La desolación y el abandono se respira entre tanta
vegetación, que a no ser por alguna que otra humilde casilla, es propiedad
exclusiva del club que tuvo en la figura de Ricardo Antuña el hombre que dio
los primeros pasos. Más allá de este triste presente, la región fue
protagonista de uno de los momentos de gloria de la historia argentina. Es que
a poco más de 300 metros se erigió en su máximo esplendor la fábrica SIAM, una
empresa que está tan arraigada en la historia del club que es imposible pasarla
por alto.
En sus enormes galpones se produjeron en serie heladeras,
lavarropas, cocinas, televisores, motonetas, furgonetas, automóviles y
elementos tanto para la industria privada como para el sector público. Asimismo
supo desarrollar equipos de bombeo para extraer petróleo, enormes transformadores
eléctricos, caños de acero y generadores para locomotoras diesel-eléctricas. En
resumen, fue el corazón de la industria nacional.
Tamaña producción le permitió hacia finales de los años 40
colocarse como la industria metalmecánica más grande de Sudamérica; contó con
casi 8000 trabajadores en sus instalaciones,
de los cuales en buen número eran activos visitantes del club tras cada
jornada laboral. No obstante, las crisis azotaron fuertemente a la empresa y el
desmantelamiento comenzó en forma paulatina hasta alcanzar la quiebra de la
firma.
Pero a modo de resistencia, en 1996, se puso en marcha una
cooperativa desde la cual se pudo reconstruir en parte tanta historia. Con la reciente
apertura de la fábrica, en manos del grupo Newsan, la zona volvió a crecer en
esperanza. “La región volvió a ganar en vida y movimiento aunque no en el nivel
de antes”, confiesa Domingo Sganga, actual presidente de Victoriano Arenas. El
logo de la empresa retornó al pecho de cada una de las camisetas que lucen los
futbolistas.
Actividades Cotidianas
La sede de Paso de Burgos 82, la que sí está ubicada en pleno
Valentín Alsina -sitio que fue a su vez la cuna de Roberto Sánchez o
simplemente Sandro- presenta varias actividades en las cuales los chicos y
chicas del barrio pueden participar. Se conjugan además del deporte, el saber y
la formación de los más pequeños, como el esparcimiento de los mayores.
El presente y futuro de los pequeños es más que importante
para la comunidad. Por ello, en el primer piso del establecimiento se encuentra
el Jardín de Infantes “Victoriano Arenas”, al cual asisten 300 chicos. El mismo
funciona como un órgano independiente del club, ya que es de gestión municipal.
Con más de 60 años de vida, abre sus puertas en el horario de 13 a 17 hs.
Otras disciplinas completan la oferta deportiva que ofrece el
club. El socio tiene a su disposición una cancha dedicada a la práctica del baby
fútbol, donde los aspirantes a futbolistas dan sus primeros pasos con la número
5. Además se encuentra un gimnasio, utilizado para la práctica de boxeo. Por su
parte, el judo es otra de las actividades que se pueden desarrollar y para ello
cuenta con la habitación más amplia del edificio, el que excede los límites de
Paso de Burgos y se extiende sobre la calle Guatemala. Sobre el tatami -el piso
utilizado para la práctica del judo- se formaron y se forman varios campeones
nacionales e incluso ganadores de títulos internacionales, como el judoca
Fernando González, reciente oro en el Torneo Internacional de El Salvador.
Las nenas y jóvenes de Alsina eligen otra disciplina, más
acorde para ellas: el patín artístico. La tercera edad también se adueña de un
sector de la sede social, en un ámbito para la recreación, sociabilización y
solidaridad. La utilización del tiempo es fundamental en una etapa donde todos
deben dedicarse al disfrute. Por ello se realizan actividades como yoga y
viajes a diversos sitios. Los encuentros se dan de lunes a viernes, en el
horario de 16 a 20 y en la planta baja de la sede.
Los lazos con la
comunidad que mantiene Victoriano Arenas, que cumplió 87 años de vida en 2015,
se reforzaron al vincularse con el Club Atlético Lanús, en un acuerdo provechoso
para ambas partes. Por medio del acuerdo, firmado en 2010 y renovado en marzo
pasado, se dispone el acceso directo de jugadores del fútbol infantil y juvenil,
de la institución de Valentín Alsina al Granate, sobre quien recae la
organización y supervisión de todo lo relacionado a esas actividades. “Los
resultados están a la vista ya que tenemos en Primera varios chicos de
inferiores”, ponderó el presidente del CAVA. Además recordó que su club se
“queda con algunos porcentajes de ventas a futuro”.
Sin dudas, el
presente del primer equipo no es el mejor (se ubica anteúltimo en la Primera D)
aunque la llegada de Luis Ventura y Sergio Geldstein renovó un poco las
ilusiones de ingresar en la pelea por el Reducido, mediante el cual se obtiene
un boleto para el ascenso de categoría, por ahora una utopía.
La cercanía con la
villa 21-24, ubicada al otro lado del Riachuelo, en Capital Federal, era un
tema de preocupación en la zona debido a que muchos chicos o juveniles eran
víctimas de asaltos, los cuales también ocurrieron en el club. Si bien no
existe una ruta transitable que comunique a las partes, las vías ferroviarias
de carga que pasan por esta especie de “península” eran utilizadas como un
cruce peatonal. Ello, por fortuna, fue dejado atrás con la colocación de un paredón,
construido luego de varios reclamos a la Municipalidad de Avellaneda.
Fruto de este
entendimiento con el intendente local, Jorge Ferraresi, Sganga confió que se está ideando un trabajo
en conjunto para devolverle a la comunidad la confianza que deposita en el
club. Por ello se busca “poner en funcionamiento una colonia gratis para los
chicos del barrio, para que puedan merendar gratis y disfrutar también de la
pileta”.
Una muestra más de
que el Club Atlético Victoriano Arenas podrá ser humilde y tener carencias,
como algunos hogares de la zona, pero donde las ganas por hacer más y ayudar al
otro persisten pese al paso del tiempo. Así lo entiende su titular, quien dejó
una frase que pinta de cuerpo entero al club que representa: “Nosotros somos una institución de corazón grande aunque tengamos poca estructura”.
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