Con más de 350 casos relevantes, el área metropolitana de Buenos Aires, junto a las provincias de Córdoba y Santa Fe, fueron las que más cooperativas conformaron. Los sectores industriales donde se concentraron este tipo de procesos, fueron el metalúrgico y el alimenticio.
Por Gabriel Zas
Hace un
poco más de 10 años se implementó en Argentina un proceso que marcó una
trascendencia ampliamente objetiva. Se trata del movimiento de empresas
recuperadas que nuclea a un bajo porcentaje, en términos cuantitativos, a estas
entidades. Si bien los números son
ínfimos, este cambio suscitó una suerte de alternativa a la gestión obrera, no
sólo en América Latina, sino también en varias partes del mundo. El presidente
de la federación de cooperativas de trabajadores autogestionados (FACTA) e
integrante de la cooperativa del hotel Bauen, afirmó que, si bien los números
resultan insignificantes, “lo importante
es seguir afianzando el proceso, continuar formando y capacitando a nuestros
compañeros, y no dejar de militar y difundir la causa de la autogestión. De acá
a algunos años el proceso va a resultar natural para cualquier trabajador que
se quede sin empleo o le cierren las puertas de la fábrica en la que presta sus
servicios”.
Argentina
es sinónimo de múltiples ejemplos arraigados, posterior a la crisis sufrida en
2001. Dicha dificultad produjo efectos y consecuencias negativas a nivel
industrial en todo el país y esto incentivó a experimentar una salida sólida a
la problemática económica y laboral que fue crítica. Fue un
momento en el que el corralito
(Restricciones para extraer dinero de los bancos) estaba al a la orden del día,
se registraron miles de desempleados, pero eso no detuvo a quienes tuvieron la
voluntad de superar el déficit y salir adelante. Medianos grupos de
trabajadores se propusieron auto gestionar las fábricas, muchas de ellas, bajo
la nómina de cooperativas, cuyo pasaje está absolutamente contemplado por la
ley. Esta iniciativa recibió el apoyo de las sociedades en donde estaban insertas, de operarios y de la comunidad, en general. Este modelo es
conocido como “fábricas
recuperadas”, que se inició en Italia, Argentina lo retomó y se replicó en América Latina con resultados
sorprendentemente similares a los que obtuvieron muchos empresarios argentinos.
Si bien estos procesos se evidenciaron abiertamente a partir de la
crisis política y económica sufrida en 2001, el surgimiento de las mismas se
remonta a la década de los 90 (sin contar con las experiencias registradas
durante las períodos de los 60,70 y 80) y está explícitamente asociado a la
concepción de firmas tales como CIAM (Cooperativa Industrial Metalúrgica
Argentina), que fue impulsada por la asamblea UOM (Unión Obrera
Metalúrgica), el frigorífico Yaguané en el partido
bonaerense de La Matanza y el frigorífico San Lorenzo en el año
1997, quienes constituyeron un antecedente destacado en el nacimiento del MNER
(Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas). Este último, a su vez,
prácticamente obligado a surgir por las experiencias devastadoras sufridas en
2001, fomentará y ayudará desde entonces hasta el día de hoy inclusive, en los
sucesivos procesos de recuperación de empresas, en directa colaboración con el FECOOTRA
(Federación de cooperativas de trabajo) y el MNFRT (Movimiento Nacional De
Fábricas Recuperadas Por Los Trabajadores).
Lo que une a las fábricas
recuperadas de Argentina con las de Latinoamérica es que, al reivindicar su
producción, lo hacen sin contar con un capital inicial. Los trabajadores deben sobrellevar una serie de diversas
problemáticas para alcanzar la estabilidad pretendida y lograr una condición de mantenimiento
razonable. Lo que produzcan será lo que genere la economía indispensable para
subsistir y esto es un factor que no es
fácil de conseguir, ya que se necesitan extensas horas de trabajo. Pero
ante ciertos desconocimientos sobre cómo gestionar una empresa, los ingresos económicos
parecen ser el menor de los problemas, si se reflexiona en profundidad. ¿Con
qué se encuentran los trabajadores cuando pisan las instalaciones de una firma
recuperada? Falta de insumos, máquinas sin funcionar, estructura edilicia
venida a menos, mercadería no vendida, deudas que alejaron a clientes y
proveedores, y a estas cuestiones las
une el elemento dinero. Bien es cierto que muchas cosas que allí están
abandonadas se pueden comercializar y con esa venta percibir una ganancia
acorde para invertir en la recuperación productiva. Más allá de que ambos
conflictos estén vinculados entre sí, las soluciones son accesibles.
El otro problema
que se presenta es la falta de capital de trabajo. Si no se posee un equipo
eficiente, capaz y grande en concepto cuantitativo en relación a la cantidad de
obreros que se necesitan para poner en funcionamiento una fábrica, es muy
difícil salir adelante. He aquí dos soluciones: La primera es que muchas veces
las empresas recuperadas, una vez constituidas legalmente y con reconocimiento
del gobierno, solicitan algún
tipo de subsidio estatal. La
segunda se divisa bajo la modalidad de trabajo a façon que consiste en
trabajar para un tercero a instancias que tal proporcione la materia prima o el
capital preciso para cumplir con la demanda de elaboración.

En Argentina este tipo de
empresas asciende a más de 350,
distribuidas entre varios rubros, que incluyen 160 casos relevantes y
25.000 trabajadores, una estadística que guarda una relación directa con la
estructura económica del país. De estas cifras se desprende, además, que el 60%
corresponden al área metropolitana de Buenos Aires y las del interior se ubican mayoritariamente entre
SANTA FE y CÓRDOBA. El 50% alude a la
industria metalúrgica u otras manufacturas símiles; un 18% al campo
alimenticio; y un 15% a servicios como educación, salud y hotelería. Asimismo,
el 15% surgieron antes del 2001, un 61% entre el 2001 y 2004, el 11% entre 2005
y 2007, y el otro 11% se recuperó en años posteriores al 2007. Puntualmente IMPA (Industrias Metalúrgicas y
Plásticos Argentina) es considerada como la primera empresa recuperada del país
porque se instituyó en 1928, en 1945 se constituyó legalmente como una
cooperativa; en 1997 quebró, fue recuperada en 1998 y funciona hasta la
actualidad.
Argentina fue el disparador de este gran fenómeno que se expandió a lo largo de todo el continente y ocupa el primer lugar en el ranking de empresas de ésta índole. Por debajo le siguen Brasil (Posee 200 empresas recuperadas de diferentes rubros como metalúrgica, minería e industria textil), Uruguay (se conocen entre 20 y 30 casos de recuperación fabril), gran parte de Latino América (con Puerto Rico como concerniente) y Europa con España a la cabeza como un referente en la materia, ya que, de las 150 empresas recuperadas registradas en 2014 en el viejo continente, la mitad corresponden al país ibérico. Por debajo lo sigue Italia con una manifiesta resistencia al neoliberalismo.
Argentina fue el disparador de este gran fenómeno que se expandió a lo largo de todo el continente y ocupa el primer lugar en el ranking de empresas de ésta índole. Por debajo le siguen Brasil (Posee 200 empresas recuperadas de diferentes rubros como metalúrgica, minería e industria textil), Uruguay (se conocen entre 20 y 30 casos de recuperación fabril), gran parte de Latino América (con Puerto Rico como concerniente) y Europa con España a la cabeza como un referente en la materia, ya que, de las 150 empresas recuperadas registradas en 2014 en el viejo continente, la mitad corresponden al país ibérico. Por debajo lo sigue Italia con una manifiesta resistencia al neoliberalismo.
De Argentina al Mundo

Por otra parte, obreros de la empresa Zenón se apersonaron en la firma griega “Vio me” y su influencia fue clave en la estrategia adoptada, ya que intervinieron positivamente para que ellos se decidieran definitivamente por la toma de la fábrica. Sus empleados fueron despedidos en 2011 cuando la planta cerró sus puertas.
También, Durante el mes de enero de 2014, las empresas recuperadas más importantes de España, Grecia, Francia, Italia y Serbia se reunieron en el primer encuentro Europeo sobre empresas recuperadas denominado “La economía de los trabajadores”, cuya iniciativa surgió a partir del programa “Facultad abierta” de la UBA, más precisamente de la facultad de filosofía y letras, con amplia participación de fábricas recuperadas de Argentina. Claramente, el país no sólo participó de este seminario, sino que también fue coorganizador del mismo.
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