Mar eterno, médanos densos, parques infinitos, ríos deportivos, cascadas y hasta aguas termales, son algunas de
las características que se pueden encontrar en el sur de la Provincia de Buenos
Aires. Consejos, escenario social y trayectos para no perderse, en esta nota.
El atardecer en el mar, único
Por Santiago
Giorello
A 500
kilómetros de Buenos Aires, la ciudad balnearia de Necochea ofrece distintas
variables naturales para disfrutar el clima de la primavera y el verano. Sus playas amplias, a contramano de la
mayoría de sus hermanas, se ven favorecida por la erosión costera, por una
cuestión geográfica. Es por eso que se pueden disfrutar más de 20 kilómetros de
mar, acompañado de médanos.
A 120
kilómetros, a Necochea, el gigante de Mar del Plata lo media por la ruta 88,
reclamada y exigida para convertirse en Autopista hace años. Es un punto de
trayecto importante para articular el comercio con el sur de nuestro país.
El Río
Quequén separa a Necochea de Quequén, localidad que exige hace décadas su
autonomía municipal. La resistencia, tiene que ver con el control del Puerto
Quequén, el más importante de la Provincia luego de Buenos Aires y Bahía
Blanca.
Por eso, el
campo y el turismo son los dos grandes motores de Necochea, fundada en 1881 –con
líneas iniciales similares a La Plata- y con una población de aproximadamente 85
mil personas.
En la playa,
tiene un centro turístico (“Centro nuevo”) y en los trazados originarios,
calles comerciales y centros de administración (“Centro viejo”). Los grandes
medios de comunicación han instalado la idea de “la capital del viento” por sus
fuertes ráfagas en diversos momentos del año. Sin embargo, los defensores
arguyen que se debe a una cuestión de intereses económicos para mantener el
flujo turístico en Mar del Plata. Aun así, es un espacio elegido por familias
hace décadas gracias a su tranquilidad y disponibilidad física.
Lago de los cisnes (Parque Miguel Lillo)
¿Qué hacer?
Para los
amantes de la naturaleza, hay varias opciones y gustos: sus playas infinitas
están cercadas por médanos y empedrados si uno recorre unos diez kilómetros de
la ciudad hacia el sur. Quienes disfrutan de la pesca, en el puerto se ofrecen
salidas al Mar, o se puede bordear el Río Quequén en su espléndida extensión,
acompañado por impactantes bosques y acantilados en el trayecto al complejo que
contiene pequeñas cascadas, lugar ideal para los días que no están de playa.
La extensa
escollera es un lugar obligado para ver la fisonomía de la ciudad incrustada en
el paisaje, como la buena gastronomía del Puerto. La foto típica es con los
lobos marinos, mientras de fondo se observa Quequén, con el Faro y el imponente
monumento a los soldados de Malvinas como emblemas principales. Quienes aman
surfear la eligen por sobre Necochea, debido al tamaño de sus olas.
Vista aérea del Parque
Por otro
lado, el Parque Miguel Lillo es uno de los más grandes de la Provincia,
planificado hace 80 años y con una extensión de más de 20 kilómetros. Hay senderos especiales para los atletas y caminantes, y un lago de los Cisnes para compartir en familia.
Para el
visitante, hay varios camping sindicales para disfrutar de sus cabañas, casas
rodantes o simplemente dormir en carpa. A su vez, gracias a la organización de
los vecinos, se pudo resistir a los embates de empresas que querían privatizar
el espacio público con construcciones a la medida de Pinamar. Sin embargo, en
plena década neoliberal en los noventa, se cercó un barrio con edificaciones de
lujo a 2 kilómetros de la villa balnearia.
Quienes puedan
hacer un esfuerzo económico, hace poco se abrió un complejo de aguas termales
con diversas ofertas de comodidad para el cuerpo a 40 kilómetros al sur. Y para
la noche, el gran Casino provincial y el Teatro frente al mar generan la previa
a las diversidades de bares sobre la peatonal balnearia, testigo de cultura
callejera y popular.
Para las
familias con hijos chicos, se recomienda a principios de enero asistir al
Festival Infantil, con desfiles de carrozas y diversidades culturales en carpas
instaladas sobre el parque.
¿Cómo llegar?
Desde Buenos
Aires, se toma la ruta 2 hasta la localidad de Coronel Vidal, donde se dobla a
la derecha hasta la ciudad de Balcarce. De ahí, son 90 kilómetros más por la
ruta 55.
Como
alternativa para llegar a Balcarce, se toma la ruta 229, previo paso por
Brandsen, General Belgrano y Ayacucho. Esta opción es más económica para evitar
los peajes de la Autovía (90 pesos en total), aunque posee algunos pasajes
dañados de asfalto.
En ambas
opciones se brindan servicios de GNC y Nafta para llegar sin inconvenientes. En
auto, se tarda entre 5 y 6 horas, tiempo justificado para cortar con la
dinámica urbana de las grandes urbes.
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