El
director Spike Jonze se atreve por
primera vez a escribir y dirigir un
filme donde la evolución tecnológica es interprete. Muestra
a un personaje que vive en el transcurso de dos horas y cinco minutos,
amor, desamor, encuentros, desencuentros, sexo, decepción y un popurrí de
emociones que lo llevan al gran remate
de su propia existencia: no hace falta ver para sentir. A ese mundo nos sumerge Her, donde un sistema
operativo llega a la vida de los humanos
y los despoja de su realidad.
Por Macarena Pereyra
Palabras
endulzadas salen a borbotones de los labios de un aislado hombre, como si con
ellas pudiese sosegar su propia soledad,
trabaja en una oficina donde
describe cartas de amor que no son
dirigidas a ninguno de sus cercanos , más bien a extraños o alguien más. Esa es
la vida de Theodore Twombly, interpretado por
Joaquín Phoenix, el personaje principal de Her.
Aún
afligido por el abandono de su ex novia, Theodore se encuentra en la búsqueda
de una nueva compañía. Tras ver una publicidad, decide intentar relacionarse de otra forma, entonces la
curiosa Samanta (Scarlet Johanson) aparece
con una dulce voz a poner en
cuestión su mundo interno. “¿Eres social o Anti-social?” esa es la primera
pregunta del sistema operativo, para desembocar los conflictos de
Theodore. Así entonces Twombly asume el
rol de un enamorado virtual. El director
crea esta pareja como a cualquier otra, e incluso hace que
pasen por los altos y bajos que
cualquier relación moderna tiene hoy en día.
Durante
el desarrollo de la película Spike presenta a través de su estética una
pluralidad de colores pasteles, que muestran el romanticismo en su estado puro:
con sus momentos cálidos donde prevalece la armonía e aprobación del amor y fríos que manifiestan la soledad de la
sociedad en la que habita aquel Theodore, una sociedad que representa un escenario perdido entre los avances tecnológicos, la falta de una
comunicación directa que incita una ausencia de humanidad ambigua, no se
profundizan emociones, pero si mensajes virtuales. Es una realidad utópica donde relacionarse a
través de sistemas operativos no es difícil. Donde se puede hacer de un programa tu mejor amigo, incluso tu pareja
de andanzas. ¿Puede un amor aislarte del mundo? Esta cuestión quizá sea alguna
de las tantas que este género
de drama, romance y ciencia ficción, junto con los personajes
principales y secundarios, como Amy Adams, se plantea.
En cuanto a las actuaciones, Scarlett Johanson
logró cautivar al público y tener con tan solo su propia voz autoridad
escénica, matizar a ese sistema
operativo hasta lograr una identidad única. Como así mismo, Joaquín Phoenix, no
hubiera sido el mismo Theodore sin esos aires de nostalgia que logro
interpretar de una manera singular, hasta el punto de brindarle una esencia al
personaje.
Este
filme posee un ritmo narrativo pausado, sin embargo, Arcade Fire logra a través
de sus dulces melodías, en compañía del ojo del director, sumergir al
espectador dentro de esta trama.
Her,
es un claro ejemplo de que el amor no tiene formas, materia, religión,
estereotipos o prejuicios. Es el amor en casta esencia. Es el amor en tiempos
modernos, donde todos es efímero, donde no hay tiempo o espacio. Donde el amor
se consume como el fuego, donde no se
necesita cara ni rostro para poder amar a algo o alguien.
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