La violencia contra los animales, se torna delicada, por el agravante de
que las víctimas no pueden expresarse de una manera entendible, para el común
de los humanos. Aparece como urgente, necesario, interpretar el sufrimiento y
protegerlos, protagonizar la voz de los sin voz
"El "maltrato animal" está vinculado con la circulación de la violencia
en nuestra sociedad"
Por Florencia Fandiño
Uno de los
flagelos de la sociedad moderna, lo constituye la violencia contra los
animales. La situación no es patrimonio de los argentinos: los registros
alarmantes se incrementan en todo el mundo.
Para abordar
la temática, entrevistamos al antropólogo Rodrigo Ávila Huidobro,
quien nos ofreció su perspectiva y analizó la compleja situación, desde un
punto social y cultural.
¿ Por qué
motivo las personas maltratan a los animales ?
En primer
lugar lo que habría que señalar es que deberíamos definir la cuestión del
"maltrato animal"; algunas acepciones hacen referencia al dolor
"innecesario" que se le causa a un animal. En ese sentido, los
umbrales de lo que se considera "necesario" en una sociedad tienen
que ver con construcciones que, lejos de ser naturales, expresan sentidos
históricos y contextos determinados.
¿ Podría
ejemplificarlo ?
En efecto,
en el ámbito urbano, en el que solemos estar ajenos a los procesos de
producción de alimentos, la relación con los animales está circunscripta a los
que denominamos "domésticos", quienes son sin duda objeto de
consideración, y de un determinado trato que, en ocasiones, adopta los
estándares que se utilizan para regular las relaciones sociales.
Podríamos señalar que el tratamiento que se les da a los
animales en los criaderos, en la producción industrializada, no es objeto de
cuestionamiento en términos del discurso dominante, más allá de algunas
organizaciones o minorías activas de defensa. Una sociedad, delimita las
conductas que ve como "negativas" o repudiables.
Encontrar una sola causa que
explique el "abuso" o "maltrato" es difícil, habría que
analizar los casos y determinar si en ese contexto ese ejercicio de la
violencia es visto como algo negativo en sí o como algo necesario dentro de un
proceso productivo.
Existe un caso paradigmático, que
evaluó la antropología, es el de la "riña de gallos en Bali", que
estudió Clifford Geertz. Planteó el autor, que jugaban, en esa cultura,
atributos de la masculinidad de los dueños de los gallos y de la construcción
del tejido social a través de las peleas de gallos. Seguramente, para nosotros las peleas de animales sean vistas
como algo negativo, pero en otros contextos no son vistas como
"maltrato".
¿Podemos hallar una
conexión entre el maltrato animal y la violencia hacia las personas?
Es difícil
asegurar que haya una vinculación directa, o por lo menos inevitable, entre la
violencia hacia los animales y la predisposición de la misma persona a ejercer
la violencia contra un ser humano.
¿Qué pasa con nuestra empatía,
que no podemos proteger la vida en todas sus formas?
“Con
seguridad vivimos en una sociedad en donde tenemos elevados márgenes de
tolerancia del dolor ajeno, del sufrimiento del otro, especialmente cuando no
se lo visibiliza o se lo pone en el centro de la agenda pública.
Esta
tolerancia está asociada a lo que consideramos aceptable o esperable en
determinadas circunstancias, especialmente cruzadas por cuestiones de clase. En
ese sentido, habría que pensar a la cuestión del "maltrato animal" no
como un tema en sí mismo sino en vinculación con la circulación de la violencia
en nuestra sociedad en tanto una de las formas de la regulación social, una de
las formas socialmente establecidas de gestión del conflicto, de la diferencia,
y de disciplinamiento y ordenamiento social”.
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