Entre el 8 y el 10
de octubre se realizó en Rosario, Santa Fé, el 31º Encuentro Nacional de
Mujeres. Una reflexión que surge de la vivencia de haber participado de la
asamblea que logró convocar a 70 mil mujeres procedentes de todas las
provincias argentinas. Hoy publicamos la tercera crónica referida al cónclave
"Las mujeres fuimos capaces de darnos una forma de articulación que desafía al
patriarcado"
* Por Gabriela Barcaglioni
“Lo personal es
político” es la expresión que
caracteriza los Encuentros Nacionales de Mujeres y los tres días transcurridos en la ciudad de Rosario
– sede del XXXI ENM- no fueron la excepción.
Las imágenes dan
cuenta que setenta mil mujeres, llegaron desde distintos puntos del país para darle
vigor al movimiento social que se inició hace tres décadas en Buenos Aires cuando
un grupo de argentinas regresó de
Kenia, África, luego de haber participado de la clausura de la Década de la Mujer con la motivación
necesaria para autoconvocarse y tratar
la problemática específica de las mujeres en nuestro país.
Potente en su
expresión callejera pero también en la dinámica que adquieren los debates en
los cientos de talleres que desglosan la agenda de las problemáticas mas
diversas que nos atraviesan a las mujeres: acceso a la tierra, VIH-SIDA, aborto,
trata, explotación sexual, desocupación, relaciones de pareja, pobreza,
educación. Por solo nombrar algunos de los setenta temas que dieron lugar al
debate en talleres que multiplicaron las voces y las experiencias.
Cómo explicar el
proceso a través del cual las mujeres en Argentina desarrollamos un espacio
capaz de contener la diversidad que somos, desplegar intereses, deseos,
objetivos para alcanzarlos a partir del compromiso individual pero en la
articulación de voluntades.
El consenso es la
forma de construcción que nos permitió crecer exponencialmente año a año,
porque solo quien se convence y se involucra puede sostener un proyecto, una
idea y a su vez sumar. De un centenar aquella primera vez a setenta mil esta
última. No es fácil porque
el consenso implica tener actitud de escuchar y registrar las diferencias para
buscar los aspectos que permitan unir y avanzar con mayor fuerza. Es lo que deja afuera
las prácticas violentas de quienes alzan la voz para imponerse, que son
incapaces de reconocer que hay quienes no piensan igual.
En los ENM no se
vota y se sostiene el debate plural y horizontal. Fundamentalmente
las mujeres fuimos capaces de darnos una forma de articulación que desafía al
patriarcado, a las estructuras sostenidas en el poder de unos pocos que toman
las decisiones.
Las comisiones directivas,
los comités, los grupos deciden por conteo, nosotras decidimos con la autonomía
de las convicciones que nos llevan a trabajar durante un año con el solo
interés de volvernos a encontrar para desafiar al patriarcado.
Porque sigue ahí, a
veces agazapado otras veces desprovisto de artilugios para violentarnos, para
matarnos. Los encuentros
nacionales de mujeres potencian las prácticas feministas de reunirnos en círculo,
de poner en circulación la palabra, de compartir.
Pero también las
voces cada vez más potentes que siguen reclamando igual salario por igual
trabajo, educación sexual, una vida libre de violencias, paridad en los cargos
electivos, Estado laico. Será tal vez por
eso que intentan desvirtuar ese proceso mostrando una porción de lo que sucede
en los Encuentros o imponer prácticas partidarias que solo reconocen la
formalidad del voto.
Los ENM tienen otro
sentido, tienen otra dinámica porque surgieron con la impronta de la rebeldía,
de romper con los mandatos, de darnos nuestro propio espacio acorde a nuestros
deseos, a nuestros dolores, donde expresamos las luchas que llevamos en las
fábricas, los sindicatos, los partidos políticos, las universidades.
* Gabriela
Barcaglioni es periodista especializada. Publicó “FEMICIDIOS: CÓMO LOS MEDIOS
CONSTRUYEN LAS NOTICIAS”. Participó en la campaña “Globalización y nuevas
formas de violencia hacia la mujer con el apoyo de la Fundación Heinrich
Boll”. Además se desempeña en Radio Provincia de Buenos Aires.
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