Lo aseguró *Damián Profeta, respecto
del Acuerdo de París, que representa una
hoja de ruta que entró en vigor el pasado 4 de noviembre y obliga a los países
a elaborar planes nacionales, con el objetivo de evitar que a fines de este
siglo, el aumento de la temperatura del planeta supere los 2 grados con
respecto a los valores previos a la Revolución Industrial
Argentina
es responsable del 0,8 por ciento de la emisión de gases de efecto invernadero
del mundo
Sequías,
inundaciones, pérdida de costas por el aumento del nivel del mar, derretimiento
de los glaciares y fenómenos climáticos extremos son apenas algunas de las
consecuencias actuales del cambio climático y los escenarios futuros previstos
por los expertos son aún peores. Sin embargo, la evidencia científica indica
que aún se está a tiempo para frenar los efectos más devastadores si se toman
las medidas necesarias.
Enfrentar
este enorme desafío requiere medidas de mitigación y adaptación, es decir, disminuir
ostensiblemente los volúmenes de emisiones de gases de efecto invernadero
(dióxido de carbono y otros) y llevar a cabo acciones para paliar los impactos
presentes y futuros del cambio climático. El instrumento político para ello es
el Acuerdo de París.
El
Acuerdo de París es una hoja de ruta que entró en vigor el pasado 4 de
noviembre y que obliga a los países a elaborar planes nacionales contra el
cambio climático con el objetivo de evitar que a fines de este siglo el aumento
de la temperatura del planeta supere los 2 grados con respecto a los valores
previos a la
Revolución Industrial.
Ese
aumento máximo de 2 grados centígrados representa el umbral a partir del cual
el cambio climático y sus consecuencias se volverían devastadoras e
irreversibles. La mala noticia es que la temperatura ya subió 1 grado y
continúa subiendo: 2015 fue el año más caliente del que se tenga registro y
2016 se encamina a superar esa marca.
Las
cinco claves del Acuerdo de París
1
-Compromisos nacionales: el acuerdo es jurídicamente vinculante a medias, ya
los planes nacionales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero
presentados por los países ante la
ONU no son de cumplimiento obligatorio ni hay mecanismos de
sanción a los países que no los cumplan.
2
– Evaluación: aunque como ya se dijo los compromisos nacionales no son de
cumplimiento obligatorio, habrá una evaluación de los progresos de los países
cada cinco años mediante un mecanismo de “reporte y rendición de cuentas
transparente”. Se espera que los Estados vayan subiendo la ambición de sus
compromisos gradualmente.
3
– Temperatura máxima: el Acuerdo pretende limitar el aumento de la temperatura
promedio del planeta “bien por debajo” de los 2 grados centígrados y realizar
“esfuerzos para limitar ese aumento a 1,5 grados centígrados”.
4
– Pico de emisiones: según el texto del Acuerdo, las emisiones deberán tocar un
techo “tan pronto como sea posible”, reconociendo que lograr ese objetivo
llevará más tiempo para los países en desarrollo. Una vez logrado, se deberán
reducir de manera rápida las emisiones para encontrar “un equilibrio entre las
emisiones provocadas por la acción del hombre y lo que puede absorber la
atmósfera” en la segunda mitad de siglo.
5
– Financiamiento: el Acuerdo crea un Fondo Verde del Clima con un mínimo de 100
mil millones de dólares anuales para que los países en desarrollo enfrenten los
costos de mitigación y adaptación al cambio climático.
La
propuesta argentina
Argentina
es responsable del 0,8 por ciento de la emisión de gases de efecto invernadero
del mundo. De esa cifra, el 43 por ciento proviene del sector energético; el 28
por ciento, de la agricultura y ganadería; el 21 por ciento, del cambio de uso
del suelo y silvicultura; el 5 por ciento de residuos, y el 3 por ciento, de
procesos industriales.
En
2015 Argentina propuso ante las Naciones Unidas reducir sus emisiones en un 15
por ciento a 2030, respecto a los niveles de 2005 (la revisión posterior de esa
propuesta situó esa reducción en un 18 por ciento, pero aún no fue oficialmente
informada en la ONU).
Además, se estima que esos valores podrían duplicarse si el país accediera a
financiamiento internacional para tal efecto.
Los
compromisos aún son insuficientes
La
anticipada entrada en vigor del Acuerdo de París -planificada inicialmente para
2020- podría ser una señal de que finalmente la comunidad internacional aceptó
que es necesaria una acción urgente y sin precedentes para evitar las
dramáticas consecuencias del cambio climático proyectadas por los científicos.
No obstante, como confirmó a principios de noviembre el Programa de Naciones
Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las promesas de reducción de emisiones
realizadas por los países no alcanzan.
En
una nueva evaluación científica –The Emmissions Gap Report-, el PNUMA advirtió
que “incluso si se cumplen las promesas del Acuerdo de París plenamente, las
emisiones previstas en 2030 ponen al mundo en la ruta de un aumento de
temperatura de 2,9ºC
a 3,4ºC
en este siglo”.
El
reporte enfatiza que en los próximos 15 años “tienen que producirse reducciones
sin precedentes de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como
esfuerzos inéditos para construir sociedades resilientes ante los efectos, cada
vez mayores, del cambio climático”.
Acciones
urgentes
En
ese sentido, el director ejecutivo del PNUMA, Erik Solheim, destacó hace pocos
días un acuerdo reciente logrado en Kigali, Ruanda, para la paulatina
erradicación de las emisiones de los gases que provienen de los sistemas de
refrigeración.
“Ese acuerdo en Kigali significa reducir el calentamiento de la Tierra en medio grado
centígrado“, puntualizó la máxima autoridad ambiental de Naciones Unidas, al
tiempo que sostuvo que “los países deben acelerar sus acciones y tomar medidas
adicionales a partir de ahora con gran velocidad“.
* Damián Profeta, es periodista, profesor universitario, consultor y director de la revista "Claves21 Periodismo Ambiental".
Publicar un comentario