0
Fotógrafo, artista plástico, docente y cultor del atletismo, José Luis Mac Loughlin habló de sus proyectos y obras. “Man Ray sostuvo a comienzos del siglo XX que en el año 2000, quien no supiera utilizar una cámara,  sería un analfabeto”, expresó, y dejó consejos a los jóvenes fotógrafos.


Por Marcelo Chapay

Multifacético, histriónico, verborrágico, José Luis Mac Loughlin, nos recibió en su estudio ubicado en el corazón de La Plata y señaló en el inicio del diálogo con COEMU Digital, que “la fotografía es una herramienta revolucionaria. Lo demostró Rusia hace un siglo, cuando los soldados iban a combatir con el fusil, su mochila y una cámara fotográfica. Pensemos que Man Ray, sostuvo a comienzos del siglo XX, que en el año 2000, quien no supiera utilizar una cámara sería un analfabeto”.

Fotógrafo, artista plástico,  docente y cultor del atletismo, nació en la ciudad bonaerense de Arrecifes y, a los 14 años, se trasladó a la capital bonaerense con su familia, donde de inmediato comenzó a trabajar de lavacopas en un bar. “Resulta difícil entender porque no se instruye fotografía en las escuelas primarias y secundarias. La imagen es un idioma universal, la realidad, la tecnología enseña que es el idioma común en cualquier latitud. Desperdiciamos una oportunidad de educar a los niños y jóvenes con más chances de adaptarse a los tiempos que corren”.

                                    



“Con mi proyecto Mujeres y hombres de barro y tiempo, realizado en las villas y asentamientos de la periferia platense, realicé un estudio antropológico de la realidad. Queda claro que, después de 30 años de Democracia, la precariedad, las casas de chapas y cartón, donde una madre tiene el desafío cotidiano de alimentar seis panzas cada día, reflejan las zonas grises del sistema”.

El Director de la Escuela Bonaerense de Arte Fotográfico  ilustró al respecto, que “la obra reúne más de 200 retratos dibujados por 40 chicos de barrios marginados, y fotografías tomadas por los propios habitantes de los asentamientos: dejé cámaras en las casas, para que las propias familias se retraran y protagonizaran el hecho artístico”.

Bíptico de Atalaya, Río de La Plata, 1994

Artista decidido, estudioso de las religiones, de las lenguas ancestrales, que pregunta por el ser, los orígenes, la existencia, el destino, sentenció que “mi trabajo, mi obra integral, fue impulsada por el bien supremo: la libertad del hombre. El artista tiene un compromiso ineludible con la comunidad a la que pertenece, aunque debemos tener cautela de no caer en una marca registrada vendible".

Luego les dio un consejo a los jóvenes que inician en fotografía: "no se dejen arrastrar por el consumo, por la lógica capitalista de tener la obligación de comprar determinada cámara o equipo. No tienen necesidad de contar con una máquina Hassemblad, que se utiliza en las misiones espaciales. En la fotografía tenemos luz y tiempo, y de ninguna de las dos obtenemos algo concreto, es por ello que no se qué es concretamente la fotografía”.

"A la buena imagen no la busco, la encuentro"

José Luis  Mac Loughlin se remonta a su infancia, en un barrio periférico de Arrecifes, para recordar su primer contacto con la fotografía. “Cada día estaba en el taller de fileteado de mi padre, y la zona era visitada periódicamente por un personaje que portaba el mote del Ruso, quien recorría el lugar con su cámara de fotos. Tenía un mini laboratorio portátil. Un día, era muy pibe, usé una cámara del mencionado trotamundos, para obtener una de mis primeras imágenes, que todavía conservo y donde se ve a ese antiguo fotógrafo de barrio recorriendo las calles suburbanas”.



Ganador del premio de la World Cup de fotografía de la Bienal en Bélgica en 1989, la obra de Mac Loughlin se publicó (en catálogos y medios de prensa) en más de treinta países; se encuentra en Museos y en colecciones privadas. Forma parte, además, del portfolio que exhibe periódicamente en forma itinerante la Federatione Internationale de L'Art Photographique, organismo con asiento en Bruselas.

“Estoy inmerso en un nuevo proyecto, que consiste en retratar a las personalidades platenses del arte, la ciencia y el deporte, mayores de 50 años. Soy un entusiasta y persigo descubrir en cada uno de ellos, la incandescencia del artista, tal como lo definía el enorme Federico Fellini. Y con el tiempo , se transformará en un registro con formato de libro”.


“El fotógrafo, como tal, debe saber mirar. Como artista tiene que estar muy metido en un mundo metafísico. Yo no creo que sea algo azaroso el arte, tengo que saber que hay algo más que la fotografía. A la buena imagen no la busco, la encuentro. Soy un hombre metafísico y me parece que tengo que estar buscando, tengo que estar con el ojo alerta buscando", concluyó uno de los íconos de la fotografía bonaerense.

Publicar un comentario

 
Top