En esta crónica política, se conoce la historia de una trabajadora de la Provincia de Buenos Aires, trazada por los relatos orales, las experiencias de género y las necesidades básicas. La coyuntura política y los debates a una semana de cambio de gestión.
Abuela Grillo, historia de trabajadora en Bolivia
El otro día
levanté en la ruta a Liliana, vecina de 42 años de Balcarce que hacía dedo con
30 grados al ras del asfalto. Liliana está terminando el Plan FINES
(Finalización de Estudios Secundarios) y mantiene a sus cuatros hijos laburando
en un hogar de adultos mayores. Su ex marido no le pasa mensualidad.
Liliana
tiene la piel curtida por el sol del campo bonaerense. Es adjudicataria de la
Asignación Universal Por Hijo: "me da mucha pena que digan que somos
vagos, realmente quiero salir adelante y no recibirla más", afirma. Pero
Liliana está esperanzada por el cambio. Su familia de Lobería votó amarillo y
ella espera que algunas políticas públicas se mantengan.
Sin
embargo, cual pulpo, la revolución de colores a la que Liliana se vio seducida,
en una semana atacó por todos los frentes: Corte Suprema -repudios
generalizados-, medios de comunicación -marchas-, subsidios -bolsillo-,
retenciones -gran productor-, centros culturales -represión-, Pymes -trabajo-.
El plan liberal va a fondo con decisiones de verano, previa a la apertura
legislativa. En el nombre de la legitimidad popular, los decretos son moneda
corriente, en coyunturas pasionales y ausencia de chequeo informativo.
En fin, ser
oposición resulta ser tan fácil como doloroso. Y duele que, por momentos, haya
una pasividad al accionar cotidiano del gobierno, como si la participación se
limite a un voto cada dos años. No. El debate y la calle no implican conflicto
como algo negativo, son necesarios como instrumento de transformación.
Por eso, la
idea de consenso que arguye el Presidente, se desmorona en la medida que las
condiciones de disputa sean desiguales y las arbitrariedades discrecionales. La
tensión es necesaria para marcarle a nuestros representantes los errores, y
exigir nuevos derechos necesarios. Se hizo con Cristina y se hace con Mauricio.
En Liliana
se vieron marcas de un proceso histórico. Generemos más, de las buenas, para
vivir el presente como un lugar de advertencia necesaria, a la par que
disfrutemos de los momentos conquistados.
@sgiorello
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