Coemu habló con Facundo Lozano, quien fue
colaborador de la revista Rolling Stone y actual conductor de Alta Fidelidad en radio América. Contó su experiencia como gestor cultural y dio su parecer sobre el escenario actual de centros culturales.
Por Florencia Fico
En este intercambio el periodista
reflexionó sobre el rol de la Agencia Gubernamental de Control en relación con
los centros sus culturales.
Por otro lado, el redactor comentó acerca de su historia en
relación a la cultura, relató su participación en la Ley de Centros Culturales,
sus modificaciones y correcciones. Asimismo contrastó las diferentes posturas
ante el tema y polemizó sobre los emprendimientos en base a de leyes de
mecenazgo y el lobby por parte del sindicato de gastronómicos, como traba a la
normativa que avala la figura de espacios de la cultura.
¿Cómo te involucraste con los Centros culturales?
Mi apellido es
Lozano, mi padre es político, es diputado, se llama Claudio y cuando el empezó
a ejercer su diputación yo empecé a trabajar con él cómo administrativo. Con el
tiempo empecé a estudiar más cosas, ya había terminado la carrera de Periodismo
en TEA, estaba involucrado con lo que era la producción cultural independiente
de la Ciudad de Buenos Aires, y de repente me sale la posibilidad de trabajar
en Clarín con lo cual iba a poder dejar mi trabajo de administrativo en donde
te requieren todo el tiempo. Y ahí
empecé lentamente a volcarme a la idea de ser asesor de cultura y lo primero
que me di cuenta, es que casi todo eso que yo quería modificar de lo que me
rodeaba no se podía hacer en el congreso, si no que tenía que ser en la
legislatura de la Ciudad, lo cual es un bajón.
Pero al toque
empecé a relacionarme con la gente de la legislatura de alguna manera y termino
conociendo por gente en común, a quienes escribieron el primer proyecto de Movimiento
de Espacios Culturales y Artísticos (MECA), antes de que existiese MECA, que
son una agrupación que tiene un montón de centros culturales que se llaman
“Seamos libres”.
Esos pibes
habían escrito un proyecto bastante bueno que había sido el puntapié inicial de
lo que después termino siendo MECA.
Me copo con ese
proyecto, empezamos a convocar compañeros relacionados con la política o
relacionados con los centros culturales para poder laburar eso y de repente se
creó MECA.
¿Con respecto al cierre de centros culturales por
parte del gobierno de la ciudad, qué opinión tiene?
Lo que pasó con
los centro culturales, hasta que se aprobó la ley es que aunque fuesen hermosos,
aunque fueras con tus amigos, aunque
nada de lo que suceda ahí adentro fuese malo, todo eso era cierto, pero eran
ilegales, porque no había ninguna resolución en la Ciudad de Buenos Aires que
permitiera que un mismo espacio produjese teatro, talleres, que tuviese restaurant, esa multiplicidad de
actividades que denominan un centro cultural. En ese momento no había manera de
habilitarlo era teatro independiente o boliche.
Pero todos esos puntos no los podías hacer, lo cierto es que esos
lugares, sacando excepciones por que las hay, en general estaban fuera de la
ley y siempre te topas con directores de la Agencia
Gubernamental de Control (AGC). Como lo que le hicieron a los del Teatro del
Perro, que cerraron porque tenían tres centímetros menos de apertura en la
puerta. Hay gente muy absurda, muy necia.
Hasta hace unos días, clausuraron El Universal, que
es un lugar impecable, en ese caso está
mal. Porque ese lugar tiene una autorización legal, judicial, tiene casi todo en regla y en todo caso si le encontrás un problema
podes hacerle una contravención. Ahora, clausurar un lugar y dejarlo sin trabajar
cuando no hay razones está mal. Pero hay una situación que esta por detrás de
esto, que es la AGC, que es el lugar donde se coordina todas las
clausuras, la planta de gente que labura
ahí no se cambia desde Cromañón.
¿Cómo fue tu
trabajo en la ley?
Lo que hice yo es leerla, corregirla, agregarle
cosas. Una de las cosas que no
contemplaba el proyecto original, es que se armara un registro. Yo lo que decía
es que todo lo que hagamos debía tener un registro. Que todos los centros
culturales estén registrados en el gobierno de la ciudad, para que uno sepa que
hay. El timbrado para que les cobren
menos impuestos. Después se hicieron varias disposiciones con respecto a la
cantidad de maneras que tenías de habilitar un centro cultural, porque hay
muchas. La última que se agrego es Casa
de Artistas, que ha requerido mucha discusión porque no hay muchos lugares así.
MECA es el triunfo de la política, te soy completamente honesto. Porque
adentro convergieron macristas, gente de Carrió, gente sin ningún espacio
político, gente de La Cámpora, gente del Movimiento Evita, gente que trabaja
como yo con Claudio Lozano, gente del radicalismo.
Todos los espacios más o menos
conocidos estaban involucrados. Y eso generó muchas discusiones, de hecho se
presentó un proyecto en 2009, nunca se pudo tratar, por inconvenientes. Después
se hizo miles de correcciones, se volvió a presentar, así que amerito varias discusiones.
¿Cuál es la importancia de los centros
culturales para el tejido social y el barrio?
Importantísimo, la producción cultural de los
barrios es para mí el tejido que sostuvo a la sociedad cuando todo se destruyó
en 2001 y probablemente siempre, y todas
las articulaciones que se realizaron en los barrios tanto en capital como en
provincia. La manera en la que podías de repente encontrar un lugar donde te
dieran apoyo escolar, donde te dieran de comer, te enseñaran a hacer rap, radio, murga, títeres. Que la gente se conozca, la verdad es que es
determinante.
¿Y cómo eran esas posturas?
Estamos peleando porque se apruebe un proyecto que
habilita los centros culturales, cuando los centros culturales ya existen,
funcionan, lo que necesitan es que los subsidie el estado. El tema es que algunos ya creían que había que
hacer un proyecto que incluyera eso. Que
exista un subsidio, una liberación de impuestos y todo eso no se podía. Tenías
que primero discutir lo básico, que se pueda habilitar que esté esa regulación,
que exista esa figura. Primero eso, y así todo llevo millones de años. Y ya
desde este año que haya subsidios, lo que es la producción cultural de los
barrios.
Hay una implementación del gobierno de la ciudad, el
mecenazgo que vincula al sector privado con los centros culturales ¿Vos qué
opinás?
En realidad el
mecenazgo no es solo con los centros culturales, es con cualquier proyecto
cultural que te acepte una empresa. Es de alguna manera que te den lo que no
pagan de impuestos. Si bien es medio raro, te puede servir, funciona bastante
bien en el gobierno de la ciudad en el último tiempo, antes no funcionaba
tanto, pero es bastante difícil acceder a eso, no es que cualquier centro
cultural habla con Magnetto, y le dice me pasas tus impuestos.
¿Hubo casos de estas características en inspectores?
Como te digo los
inspectores son parte de la Agencia Gubernamental de Control, y no los
cambiaron desde Cromañón. En eso habría que hacer un borrón y cuenta nueva. Yo
sacaría uno por uno a todos, además que me vengan a decir que no hay
inspectores en la Argentina para poner en ese lugar, los hay y saben lo que tienen que hacer, que pueden
estudiar perfectamente o por lo menos hacer una especie de revisión y ver que
gente es corrupta o estuvo involucrado en causas anteriores. Digo se cayó
Beara, un gimnasio, Cromañón y murieron
200 personas. Y de hecho Ibáñez que fue
director desde hace muchos años hasta hace muy poco también se mantenía. La policía se dedica a cosas más grandes.
¿Por qué creés que se postergó el debate de la Ley de
los Centros Culturales?
La razón por la
cual el PRO no podía ver ni siquiera porqué tenía sentido habilitar esa ley y
que se empezara a realizar los centros culturales, es una cuestión de lobby
sindical. Casi todos los centros culturales quieren tener un restaurant o
vender comida y eso es exclusividad de un solo sindicato que es los
gastronómicos, quien dirige ese sector es Luis Barrionuevo. Ese muchacho estaba
muy vinculado con quien era el presidente de la legislatura, hasta hace muy
pocos días, creo que le quedan algunos días más y hacia lobby para que eso no
saliera.
No quería que hubiera lugares donde se vendiera comida más
barata, con menos condicionamientos
técnicos y legales. Era muy sencillo poner un
lugar para sacar comida rápido o de minutas que tener un súper
restaurant.
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