Tendrá influencia
en la campaña presidencial y profundizará la discusión sobre el acceso y venta
de armas al público en general norteamericano, al tiempo que el Estado Islámico
alcanzó un logro propagandístico enorme
"En Orlando todas las alarmas fallaron"
Por Fernanda Daniela Díaz
La masacre en el Club Pulse de Orlando, Florida, a
manos de un simpatizante del Estado Islámico (EI) o Daesh, constituye un logro
propagandístico para la organización por partida doble: es el peor ataque terrorista en Estados Unidos desde el 11/S y
también es el más trágico atentado masivo con armas en la historia de ese país,
e incluso presenta características tanto radicales como homófobas.
Cuando todas las miradas y las medidas de seguridad
estaban enfocadas en prevenir un ataque en la Eurocopa, que se está
desarrollando en Francia, Omar Saddiqui
Mateen, estadounidense de padres afganos de 29 años, abrió fuego en la
madrugada del domingo indiscriminadamente dentro del club gay Pulse y asesinó a
50 personas e hirió a otras 53.
Luego Mateen se atrincheró por tres horas en el
interior del club nocturno hasta que fue abatido por las fuerzas de seguridad.
En Orlando todas las alarmas fallaron, ya que Mateen
fue investigado por el FBI entre 2013 y el 2014 y hasta interrogado en tres
oportunidades, por posibles vínculos con grupos terroristas, por sus
comentarios a favor del Estado Islámico.
Incluso el mismo Mateen momentos antes de perpetuar
el hecho llamó al 911 declarando lealtad al EI, e hizo referencia a su
intención de emular al Atentado de Boston.
A pesar de la clara reminiscencia al ataque en la Maratón de Boston de 2013
donde dos hermanos de origen checheno mataron a dos personas e hirieron a 264,
la masacre del Club Pulse tiene mayores vinculaciones con el ataque en San
Bernardino.
El 2 de diciembre de 2015 Tashfeen Malik y su marido
Syed Farook interrumpieron la cena de Navidad del personal de un instituto de
salud en San Bernardino, California, y asesinaron a 14 personas como tributo
para Daesh.
En ambos atentados los perpetradores eran de la misma
edad, nacidos y criados a la manera estadounidense pero con orígenes en países
donde EEUU está llevando a cabo su guerra contra el terrorismo [Irak y
Afganistán], los dos ataques fueron en nombre del Estado Islámico e incluso
utilizaron las mismas armas –pistolas cortas y rifles de asalto AR 15-.
Estos dos atentados abren una serie de interrogantes,
sobre todo por las implicancias a nivel de política doméstica de cara a las
próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos el 8 de noviembre.
Es claro que Obama no cumplió su promesa de hacer más
seguro al país de la amenaza terrorista luego de la muerte de Bin Laden, lo que
puede repercutir no sólo en su imagen sino sobre todo en el partido demócrata
y, especialmente, en la candidata Hillary Clinton, por su capacidad de prevenir
ataques o manejar crisis nacionales.
Donald Trump intentará capitalizar el atentado de
Orlando en términos electorales. En ese sentido, fue duro tanto con Obama como
con Hillary al afirmar vía twitter que “El Presidente Obama va finalmente a mencionar las palabras terrorismo islámico
radical? Si él no lo hace debería renunciar inmediatamente” en cuando a Clinton,
consideró que debería bajarse de la campaña presidencial “porque no se puede
ser políticamente correcto en estos momentos”.
Tras el 11/S surgieron sentimientos nacionalistas e
islamofóbicos entre la población, dos cuestiones presentes en el discurso del
candidato republicano Trump, quién llegó a vanagloriarse de tener razón e instó
a pedir el cierre de las fronteras para prohibir el ingreso de musulmanes de
países donde exista la problemática terrorista.
El otro interrogante se encuentra en relación con el
acceso y venta de armas al público en general estadounidense, una medida
defendida férreamente por la Asociación Nacional del Rifle, por lo que
cualquier persona puede adquirir legalmente armas de largo alcance e incluso de
guerra en cualquier tienda de armas.
Un informe del FBI presentado a principios de este
año afirmó que frente a la sensación de inseguridad o amenaza de ataque
terrorista aumentaban las ventas de armas con licencias federales. El estudio
sostuvo que incluso en los primeros meses del año se registró un pico histórico
en ventas, en un contexto en donde Mateen adquirió su rifle AR-15 legalmente.
De acuerdo a la Campaña Brody contra
la Violencia
para Armas de Fuego, en Estados Unidos mueren 92 personas, ya sea asesinadas,
por accidente o suicidio, y 297 son heridas cada día. Lo que demuestra la
necesidad de regular el derecho a portar armas contemplado en la Constitución, algo
que la actual administración Obama falló en su intento de regular la venta de
armas.
Por último, el poder de Daesh para hacerse de
“combatientes” globales produce la necesidad de reflexionar acerca de los
métodos tradicionales de lucha contra el terrorismo no son suficientes ante la
avanzada de este grupo terrorista del siglo XXI.
* Experta en Periodismo Internacional, Docente de la Undav
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