Entrevistamos a Pablo Lobato, un ilustrador
de nivel internacional con un estilo único. Su trabajo lo llevó, por ejemplo, a
dibujar para la revista Rolling Stone y hasta codearse con Prince.
Los rockeros más importantes del firmamento nacional pasan por su pluma
Federico Andrés D'Auro
“Cuando
un taller o estudio de arte está vacío, sin los fantasmas de los artistas
amados, uno siente sin embargo que un duende o tal vez un ángel andan cerca”,
cita de Hermenegildo Sábat, uno de los ilustradores más admirados por Pablo
Lobato, quien a los 17 años emprendió un viaje para dejar atrás Trelew e
instalarse en La Plata
para estudiar diseño gráfico, y varios de esos duendes citados por Sábat,
influenciaron en lo que hoy es su estilo.
“Los
diseños los empiezo de una manera catastrófica, de a poco los voy puliendo y
trabajo hasta el último minuto de los plazos de entrega”, aportó. Y es así como
trabaja, inicialmente boceta con lápiz y evoluciona sobre los errores que se le
van presentando, digitaliza y luego los trabaja y pinta en su computadora.
La
carrera de diseño gráfico le aportó cuestiones estructurales para lo que hoy es
su trabajo, el concepto de síntesis, por sobre todas las cosas, que caracteriza
su estilo hace imposible no reconocer a los personajes que retrata. Cuando
terminó de estudiar decidió trasladarse, en 1994, a la ciudad de Buenas
Aires ya que en ese momento había una oferta laboral más amplia que en La Plata. Trabajó
durante 6 años de diseñador en una revista de computación que era bastante
estructurada lo que le permitió comenzar a sumarle dibujos para ilustrar las
notas.
“Todos
los dibujos tenían un estilo diferente, sumado a que también diseñaba la
revista, tenía un buen sueldo”, aportó. Durante esos años pudo ahorrar para
comenzar a hacer su propia historia, decisión que tomó en el año 2001, con
ahorros para dos años, los cuales le duraron 6 meses a causa de la crisis
política, económica y social que sacudió al país en ese entonces.
Con
sus dibujos en una carpeta recorrió todos los diarios y revistas de la ciudad
de Buenos Aires, en esas visitas el éxito no lo acompañó, las recepcionistas lo
rebotaron tipo flipper. Sin decepcionarse vio como sus ahorros se consumían,
hasta que lo contactó Anna Goodson, una afamada representante de artistas
visuales.
“Hubo
algunos supuestos representantes que sentí que me estaban estafando, la
propuesta de Anna fue más interesante”, confesó. En poco más de un mes le salió
su primer trabajo para la revista Rolling Stone, versión estadunidense que
consistió en ilustrar una sección en la que se reseñaban discos incunables de
todas las épocas denominado Hall of Fame. “Fue un laburo soñado, con una
investigación previa de cada artista, aprendí y me hice fan de bandas que no
conocía”, relató entusiasmado.
“Mis
dibujos vestían colectivos”
Tuvo
la chance de ilustrar las gráficas a partir del 2009 y durante cuatro años
consecutivos del Monterey Jazz Festival, el mismo es un clásico de la ciudad de
California en el oeste de Estados Unidos. “Fue muy loco ver a artistas y gente
del público con remeras con mis dibujos, como toman vida y hacen su camino me
encanta”, recordó. Las gráficas podían verse en la vía pública y hasta en
medios de transportes; vestían, por
ejemplo, a micros de corta y larga distancia, todo un show de colores
geométricos sobre ruedas.
Luego
de hacer trabajos para medios importantes como Wired, Time, New York Times, The
New Yorker, Readers Digest, Boston Magazine, The New Republic, llega el momento
de ilustrar para la versión Argentina de Rolling Stone, el trabajo consistió en
acompañar con su arte el ranking de los 40 artistas más importantes del rock
nacional. Para este trabajo le dieron vía libre para hacer lo que quisiera.
“Quedaron algunos artistas afuera, como Pedro Aznar y David Lebon, a quienes
pienso incluir entre otros en un libro que estoy armando”, avisó.
Ya
tiene un libro editado, lo invitaron a
la muestra Illustrisimo del Festival Illustri en Vicenza, Italia. El libro es
un portfolio de excelente calidad separado por categorías como cine, música y
grandes personalidades. En una oportunidad, luego de realizar un dibujo de
Prince para un medio de Minneapolis, lugar de origen del músico, el trabajo
llegó a manos del artista y no solo que le encantó si no que le compró los
derechos a Pablo y le solicitó un nuevo dibujo pero esta vez de su esposa,
Manuela Testolini.
“Fue
todo muy rápido, me contactó Anna, mi representante, y me contó la secuencia,
no lo podía creer”, rememoró emotivo. Gracias a ese laburo se compró su primer
cero kilómetro. Casualmente en el año 2004 lo contactaron para ilustrar el
programa de lo que fue el Hall of Fame, ciclo en el que introducen a artistas,
periodistas y personalidades del mundo de la música al salón de la fama del
rock and roll, allí Prince realizó una versión del tema de The Beatles “While
my guitar gently weeps” tema que a Pablo siempre le gustó. “Siempre me
arrepentí de no pedir una entrada para ese show, de todas maneras participé de
alguna forma dejando el sello de mi estilo”, sintetizó conforme.
Publicar un comentario