Desde
1930 hasta la actualidad, hay una línea clara de administración en la AFA: concentrar
el poder en pocos clubes. Para legitimar y naturalizar estas prácticas, el
establishment internacional busca lucrar de manera institucionalizada. La
relación con los hechos en Panamá, las resistencias y la necesidad de
organización colectiva en las calles.
Foto: chacanoticias.info
Por Santiago Giorello
Los diarios con tiradas masivas,
otrora empresas de medios, han construido y fragmentado al fútbol como un ente
aislado de la coyuntura. Así, han ganado batallas culturales. Por ejemplo,
niegan la historia futbolera previa a 1930, por su carácter amateur, donde
entre otras cuestiones no existía la figura del representante dueño de las
piernas, ni siquiera la del director técnico. Buenos Aires, Rosario y el vecino
país uruguayo conformaban las primeras enmiendas con grandes partidos, como
explica el historiador Osvaldo Bayer en su libro Fútbol Argentino, el cual visibiliza los reclamos de inicios de
siglo XX: “Los
anarquistas y socialistas estaban alarmados. En vez de ir a las asambleas o a
los pic-nics ideológicos, los trabajadores concurrían a ver fútbol los domingos
a la tarde y a bailar tango los sábados a la noche.”
Hoy, un
fenómeno en el ámbito deportivo es que no hay calle ni hay organización masiva
que permita expresar disconfirmidad. Los hinchas pegan el grito cuando se ven
afectados sus intereses particulares: San Lorenzo y Boedo, Gimnasia y el
Bosque, Racing y su quiebra. En términos de unificación, los discursos
mediáticos durante décadas han servido para delimitar pasiones y distanciar
identidades, traducidas en violencias, odios y hasta cánticos racistas.
Existen espacios
organizados, como el Foro Social del Deporte, donde dirigentes y socios luchan
por volver a esas bases de clubes sociales y deportivos. “Los cultores de la llamada Superliga, al no poder
imponer por vía democrática sus ideas e intereses, se valen del poder acumulado
para doblegar al resto, buscan vencer en lugar de convencer. En su formación
personalista, egocéntrica y acomodada se olvidan del bien común priorizando el
lucro e intentan apropiarse de la pasión que nos pertenece a todos a través de
las Sociedades Anónimas Deportivas”, expresa Pablo Abattángelo, ex
dirigente de Boca.
Entonces,
el nombre marketinero “superliga” no es más que una excusa para mantener el
orden de distribución desigual en los clubes con más socios. Una perpetuidad
institucionalizada luego del vaciamiento de décadas a las instituciones con
menores recursos. Por eso la resistencia de la mayoría de los clubes del
ascenso, y la poca información sobre el proyecto a aprobarse. El trasfondo es
económico, en el reparto de la torta en la puja Turner – Cablevisión.
Revista Un Caño -antes gráfica, ahora formato web-.
Las
necesidades gubernamentales –estrategias de dilatación en traspaso de fondos,
aumento del 128% en operativos policiales, aumento exponencial en gas y luz- se
trastocan con los tiempos de la AFA, que no puede modificar su estatuto sin
consenso mayoritario. Según dirigentes opuestos a la Superliga, Macri quiere a
Fernando Marín (ex gerenciador de Racing) entre las filas del ente
normalizador. Para presidirlo, aspira a su socio y actual Presidente del
Tribunal de Disciplina Fernando Mitjans –quién llegó a la AFA cuando el
funcionario presidía Boca Junios en 1995-, hijo del ex interventor y Director de
la AFA en 1974, Fernando Mitjans (padre).
La FIFA,
como organización multinacional, amenaza como forma de presión si el Estado
interviene, y apoya la idea de una reducción en la representación. “De 75
representantes se bajaría a 15. También quieren reducir el número de
integrantes del comité ejecutivo”, afirmó un ex dirigente.
El
proyecto neoliberal mundial ve en el fútbol una palanca clave de ganancia.
Estados Unidos (Copa América 2016) disputa con Rusia (Mundial 2018) y el
gigante chino, las figuritas importantes para dar visibilidad a sus ligas,
hegemonizada por una Europa en retirada, producto de sus avatares en la Unión
Europea. En otro plano –y no por eso aislado del tema-, los hechos denunciados
en Panamá ponen el ojo en las capacidades de los grandes poseedores de capital
para trasladar sus inversiones a los clubes, de manera blanqueada.
En
síntesis, Argentina cayó en la volteada latinoamericana, ya que era el único
país de la zona donde el fútbol era considerado derecho, desde una óptica de
acceso cultural. En Colombia, Chile, Brasil y Uruguay –por citar ejemplos- la
maquinaria ya funciona hace tiempo, donde las cadenas multimediales manejan el
negocio, como lo hacen con los alimentos, los recursos naturales y el petróleo.
Por eso se entiende que el fútbol no está aislado al contexto, sino que es una
cadena más hacia el proyecto del 1% más rico del planeta, que construye el
sentido común de nuestras vidas.
Publicar un comentario