Pablo Videla es profesor de
lenguaje musical en la orquesta escuela de La Abadía, Centro de Arte y Estudios
Latinoamericanos desde el 2014, y nos contó detalles del proyecto del que
participa desde su inicio
"Desarrollamos un proyecto social e inclusivo a través de la música"
Por Federico D'Auro
El Centro Cultural está montado sobre una abadía
benedictina que se terminó de construir hace 60 años aproximadamente. A su
alrededor, en barrio porteño de Belgrano, crecía socialmente, entonces los
monjes que habitaban esta especie de castillo decidieron trasladarse a la
localidad de Luján, y allí pudieron continuar con la tranquilidad y
espiritualidad inicialmente encontrada en la ciudad.
En el año 2011, Los monjes benedictinos tomaron
contacto con una congregación religiosa llamada Sodalicio de Vida Cristiana para que se hagan cargo del predio y
del proyecto cultural que funciona hoy. Pablo Videla, al pertenecer a esa
comunidad y con conocimientos en la práctica del lenguaje musical, le
ofrecieron el puesto de docente de esa materia en la orquesta escuela. “Con él
se apuntaba a un proyecto social e inclusivo a través de la música”, afirmó y
aclaró, “Los chicos que forman parte de orquesta no disponen de recursos para
acceder si esto fuera asalariado”. Estos niños provienen de escuelas públicas
de la zona.
El propósito, más allá de que sea musical dio sus
frutos en otras áreas de la vida. “Luego de dos años de enseñanza, las mejoras
en actitudes de los niños fueron notables”, confesó orgulloso. Las clases se
dictan dos veces por semana, donde los martes tenemos ensayo grupal y los
jueves tienen lenguaje musical y práctica de instrumento. El concepto se basa
en el proyecto escuela venezolano generado por el maestro José Antonio Abreu. De
allí por ejemplo surgió uno de los directores de orquesta más importantes de
mundo, Gustavo Dudamel. Ese sistema se replicó en varias partes del mundo
incluso en Argentina, donde se puso en práctica en todo el país. “La base
esencial de todo esto es inculcarles a los alumnos que desde el momento cero,
ellos ya son músicos”, sentenció. Esto les da a los alumnos un incentivo extra
al momento de pensar a futuro ya que en muy poco tiempo tienen prácticas de ensamble
con todos sus compañeros.
Las clases se pueden dividir en tres aspectos,
inicialmente que aprendan a escribir musicalmente, luego uno más auditivo en el
que van ganando oído y memoria musical, esto suma al momento de encarar el
instrumento y por último, lectura rítmica y entonada donde los alumnos aprenden
mirando los ejercicios en el pizarrón y los trasladan cantando. “La contención
que estos chicos tienen en la orquesta les permite poder expresarse y canalizar
situaciones que de alguna manera los afecta”, contó. El mayor objetivo del
proyecto es poder lograr en los alumnos un nivel profesional musical y humano.
Fuera de la orquesta de la abadía, Pablo Videla tiene
varios proyectos musicales personales, los cuales lleva acabo con amigos y
disfruta poder grabar el material que genera en ellos. Tiene en su haber
diversas composiciones más en el plano de lo popular que de lo académico. La
recomendación musical pasa por bandas como “Monford and Sons” y “Roo Panes”,
pertenecen a un género en el que se fusionan instrumentos de cuerda como
violines, chelos y guitarras con ukeleles con bases sentadas en la música
nativa europea.
La amabilidad y vocación por la enseñanza musical
están a flor de piel en la vida de este músico que convive entre proyectos personales
y una actividad digna de aplaudir como trasmitirles a los niños el amor por la
música.
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