Así dijo
Néstor López, el director general de Circuito en Banda, quien nos brindó un panorama de sus
compañeros y de la importancia de la música comunitaria
"Queremos quebrar la idea de que nosotros
nacimos para ser espectadores, de un otro que hace todo muy bien"
Por NELSON
SANTACRUZ
Tras ver el
“Casamiento de Anita y Mirko”, una de las obras más simbólicas del Circuito
Cultural Barracas, tuvimos una charla amena con el integrante del grupo musical
y vecino del espacio para conocer en primera persona la labor colectiva de las
25 personas que la componen.
¿Cómo enriquece el hecho de que dentro de la Banda sean de diferentes
edades?
Lo que pasa es que
no es distinto a todas las producciones del Circuito, donde están todas las
edades mezcladas. Para nosotros no existen divisiones etarias porque cada uno
tiene su vivencia y eso aporta al otro. La vinculación es de adultos a los
jóvenes, los jóvenes a los niños y los niños a los jóvenes y adultos.
Para usted, ¿qué caracteriza la música comunitaria respecto a otras?
Creo que en el caso
nuestro es que en la música siempre está presente el “nosotros”, no hay temas donde se hablen del “yo”, de lo individual. Eso ya genera un puente y una empatía,
además de los estilos musicales que toquemos, que son en su mayoría populares.
¿En qué sentido cree que crece el grupo cada año?
Primero en lo técnico,
donde cada vez más se va complejizando lo musical. Además la participación a
través de los roles. Uno que aborda lo musical puede luego ocuparse de la
organización. Un ejemplo tonto: en un principio armaba yo los sonidos y ahora
hay un montón de gente que sabe hacerlo.
Como todo es horizontal, ése que sabe
enrollar un cable le enseña al que no, es una transmisión muy rica porque
cuando uno pasa el saber, el otro ocupa un lugar distinto ya que se empodera de
ese saber.
¿Cómo cree que la música fortalece lo
barrial?
La
música es. Con la música se cuenta algo también pero en nuestro caso es desde el
lenguaje común porque todo el mundo escucha música y la entiende. Por eso
nosotros en la presentación que hacemos en Circuito en Banda hay una parte del
texto donde el que llega por primer vez dice “mirá que yo no sé nada”. Nosotros
tenemos bien claro que todo el mundo no es un tuper o un envase vacíosino que tiene una experiencia. Una que no es por haber
hecho algo sino por haber escuchado o visto algo.
Nosotros
queremos de a poco romper con el concepto de “artista”. En el sentido de que el
artista puede y el otro no puede: queremos quebrar la idea de que nosotros
nacimos para ser espectadores de un otro que hace todo muy bien. El proceso individual que cada uno tiene,
sirve a lo grupal, todos podemos llegar a tocar un instrumento o a cantar. En
el Circuito en Banda tomamos a los cantantes de ducha e instrumentistas de un
solo dedo y con ellos construimos algo.
¿Qué reflexión hace respecto al apoyo
Estatal al arte comunitario?
Por
ejemplo en el caso de las murgas hay un preconcepto por todos lados, desde
afuera de la murga y desde la murga misma hacia la murga; de cómo debe ser y al
ser algo popular es visto de costado. El caso de la persecución es horrible, a
nosotros por ejemplo nos pasaba que los vecinos llamaban a prefectura porque hacíamos
ruido.
Respeto
al arte comunitario en general, siempre no alcanza. A los recursos hay que
saber encontrarlos, pero lo que tiene de bueno el teatro comunitario es que
primero existe y a partir de que está, hace que los gobiernos de turno
creen espacios que nos tienen que apoyar
sí o sí porque existimos.
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