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Coemu Digital dialogó con Carolina Ortega, periodista y licenciada en ciencias políticas. Autora del libro “Taxi”, relata los sentimientos de su experiencia personal.



Por María Belén Marón

“Miré hacia afuera, se me dio por observar el cielo, no había luna ni una estrella. Respiré hondo y escribí un mensaje de texto a Aki, mi mejor amigo - no sabes lo que está pasando: el que maneja el taxi que me está llevando a casa es mi viejo-”, detalla en la página 17 de su libro.

Esa  noche de Abril, del año 2013, donde el aire olía a otoño, las calles estaban vacías y la ciudad dormía, la escritora, en un viaje no planeado y repentino, decide ir a socorrer a su madre que le habían robado, paró el primer taxi y reconoció a su padre luego de treinta años de ausencia, quién inmediatamente, al verlo por el espejo retrovisor, recordó su niñez, su abandono y la falta de amor por tantos años.

Tenemos los mismos ojos verdes, la misma forma, no había dudas que el chofer era él -Narra-.

Desesperada, sin encontrarse a sí misma, sintió la necesidad de contarlo y desahogarse por la red social Twitter donde a los pocos minutos, la historia salió en los medios de comunicación y sufrió una gran repercusión: a través de pantallas táctil le mandaban fuerzas, le daban consejos y seguían sus pasos pulsando un “favorito” o un “reetwet”.


Nunca pensó que iba a llegar tan lejos: “Amigos y colegas me insistieron mucho, pero lo que me decidió definitivamente fueron los mensajes que recibí de padres/hijos que pasaban por situación de abandono, de búsqueda, de reintento de conectar. Ver como mi historia los tocó o motivó positivamente me decidió a escribirla”, afirma, con la voz quebrada.

La ausencia es un término muy significativa para la periodista: “Luego me enteré que tengo dos hermanos y que también pasaron por una situación de abandono por parte de mi viejo. Trate de preguntarle, pero todavía no llegó el momento de saber la respuesta” relata con temor.

El libro le cambió la vida, no sólo a nivel personal sino en lo profesional, desde el año 2008 se dedica a la asesoría en comunicación política y corporativa, donde trabaja con el diputado Felipe Solá, gran parte de sus sueldos los gastó en enviar por correo postal sus cuentos a concursos literarios de todo el mundo. Dos de ellos fueron premiados en España, con lo que recuperó algo de su inversión.

Carolina, le contó a Coemu digital que la relación con su padre sigue viva desde aquella bajada de bandera. ¨Vamos en busca de formar un vínculo. Uno se perdona y se amiga con la propia historia: es el dolor que me tocó transitar y me hizo lo que soy, con sus cosas buenas y no tanto. En el libro lo detallo bien. Le pagué, le di propina y lo perdoné”, concluyó.

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