El
disco “Estas Muerto!” del realizador musical Flyin Lotus experimentó una mezcla jazz y electrónica el año pasado
con este tema, posicionado dentro de los
mejores 20 en la lista Billboard 200 de álbumes más vendidos. Supera
progresivamente las cinco millones de visualizaciones en You Tube.
Por Florencia Fico
Una
canción del cantautor Kendrick Lamar acompañado de FlyLo - con ayuda de Hiro Murai, director del video-,
desenvuelve un baile furioso de dos niños dentro de un funeral circense que además
navega por profundidades fílmicas con mucha incidencia de baile africano y
barrial.
Una
luz invasiva con cierta esquirla mágica inunda una habitación, dejando una
sensación metálica. Un cosquilleo, a través de hi-hats en batería, que funciona
como llamador de ángeles. Este cuarto, es parte de una casa velatoria centrando
la atención en un féretro. Así comienza el video del rapero Kendrick Lamar en colaboración del productor musical Flyin Lotus.
En
cuanto a su juego musical, el tema Never Catch Me continúa capturando
experimentos sonoros como lluvia eléctrica.
Tan sólo jugando con una cuerda haciéndola sonar atrapó los primeros
treinta segundos de proyección. Luego prosigue con un paneo en un espacio
parecido a un templo. La imagen se
vuelve negra y la cámara persigue el recorrido de una persona con traje negro y
capelina negra de tules que se encontraba ingresando a una iglesia dónde familiares hacen oración a dos niños fallecidos.
Corre
el primer minuto de grabación cargado de instrumentos, güiros con semillas en
su interior o Chajchas, que producen un efecto similar a unas maracas. También
hace su aparición un piano de base en la canción creando un artificio magistral. Al tiempo de esta fusión de expresiones
musicales, las voces se manifiestan en forma de dueto de rap a la par de un
contrabajo. Otros 30 segundos que
terminan con aplausos de un coro. Esta fórmula cobra vida y el cuerpo empieza a moverse sin explicación.
El
coro ubicado en una platea superior se mueve de manera sincronizada, haciendo
palmas, que despiertan de manera
simbólica a unos niños que saltan de sus ataúdes.
Empiezan
a bailar con un estilo combinando pasos de ceremonias o ritos ancestrales
africanos y el hip hop callejero. A su
vez, un hombre con lentes redondos mira a un sacerdote que está recitando en un pulpito. Ese despliegue de
escena alcanza para sentir un solo de guitarra y cajones de percusión en los dos minutos treinta de filmación.
Ahora
los niños dejan su murga y corren por varios pasillos en búsqueda de una
salida. Han pasado tres minutos y estos chicos retoman una rutina de acrobacias
y saltos con grandes obstáculos, cuando una calma especial muestra su trote en cámara lenta haciendo plano
detalle en sus zapatos.
Descubrieron un portón, que los
enfrenta a una vereda donde hay otros
niños jugando, con las manos y sogas para saltar. Ellos siguen demostrando sus movimientos de
una danza urbana – ciudadana. Posteriormente se meten a un coche fúnebre.
La
niña parece adulta, es la que conduce y
el chico se sienta a su lado, mientras la pista concluye con el muchacho asomando la cabeza por la ventanilla
del coche, oyéndose la brisa de un crepúsculo terminal.
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