A favor de
dignificar las condiciones de los establecimientos de salud, RePulsiones aborda
problemáticas densas con una lírica cruda y en interacción con el público.
Por Federico Pazos
A lo largo de
la Avenida Corrientes abundan los teatros. Entre tanta oferta (por usar una
terminología propia de los centinelas financieros) una de las más interesantes
propuestas es RePulsiones, segunda parte de la trilogía Las pulsiones de
Yamyla, que más que una mera obra teatral es una experiencia que mucho tiene de
extrema para los espectadores.
Presentada
como performance psicológica multimedia, su autor Demián Cirigliano presentó la
difícil tarea de convertir en dramaturgia los textos de Freud. Los conceptos de
este gran cerebro del siglo XX no están expuestos teóricamente, sino más bien se
encuentran volcados en las pieles de las protagonistas: cuatro mujeres que bien
pueden ser las mismas, sufrientes, bajando a los golpes por la pendiente del
dolor. Locas, ¿Locas? La idea de locura está presente en todo momento, ¿es lo
que dictamina la ciencia una realidad inconmovible o la locura es una
construcción del otro?.
El elenco
–Jésica Gagliardi, Laura Paz, Bárbara Terribili, Alejandra Coronel y Luciana
Cury- intererpela al público cara a cara constantemente y este, acostumbrado a
la idea burguesa que establece que la escena le es ajena y nada puede hacer
para modificarla, se mantiene tenso e inconmovible cada vez que una de las
actrices se aproxima para interactuar. Por ello, bien vale esta sugerencia:
entrar a la sala dejando atrás la mirada lineal de las cosas. No siempre después
de la A viene la B.
Las
actrices-pacientes desarrollan sus dolencias con parlamentos poéticos pero
directos y custodiadas por pantallas que interactúan con el texto. Temas tan
hondos como el suicidio, las adicciones o la hipocresía de la sociedad pasan
como vagones de un mismo tren en la estación de la vida.
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