El
replanteo del ser judío en la Alemania actual es el tópico de la obra que llega
al escenario porteño
Por Javier Erlij
El sociólogo Goldfard es invitado a una charla
con alumnos de un colegio secundario por un docente de Ciencias Sociales, como
actividad final luego de abordar el tema del nazismo para que conozcan a un
“judío”.
Goldfard, con un grabador en mano, va
registrando lo que le va a contestar al docente y sirve de excusa para pensar
el ser judío en la Alemania de hoy.
En un primer momento, no acepta concurrir a
exponerse a la convocatoria, donde teme
que los educandos le pregunten sobre el tema de la política exterior israelí y por
la ocupación de tierras del territorio palestino por el gobierno de Israel. Como
ciudadano alemán no tiene incumbencia lo que piense el sociólogo dado que no
decidió esa acción; a su vez no quiere caer en la trampa que encierra el
interrogante que supone que los judíos velan y son ciudadanos de Israel y no de
su propio país.
En un tramo de su monólogo, llama a
reflexionar sobre el término de tolerancia. Según la Real Academia Española
significa respetar las ideas, creencias, o prácticas de los demás, cuando son
diferentes o contrarias a las propias; pero buscando la raíz de la palabra en
latín tolerare, expresa: soportar, aguantar,
y es por eso que el protagonista no quiere ni sentirlo nombrar en los colegios
con respecto al ser judío, porqué denota una carga negativa en su uso.
Momentos previos al final, deja en claro que
más allá, que los judíos practiquen o no la religión, nunca va a poder dejar de
influir la misma en algún tramo de su existencia, ya que la historia de los
descendientes, en su caso también, está signada por el genocidio ejercido por
el gobierno alemán en la segunda guerra mundial.
Una actuación imperdible donde Romano mantiene
en vilo con un texto inteligente los 80 minutos que transcurre la acción en la
sala más intimista del Maipo del segundo piso, que propicia un clima perfecto
con el público.
Una escenografía compuesta por una biblioteca
de fondo, un sillón, una mesa con una máquina de escribir, y un puchimbol
acompañan al actor, que utiliza inteligentemente el espacio.
El trabajo de dirección es de Manuel Gonzalez
Gil , el autor Charles Lewinsky y la adaptación del texto al español fue
efectuada por Lázaro Drones.
El espectáculo se puede ver de miércoles a
domingos y las plateas van desde los $180 hasta los $220.
Publicar un comentario